miércoles, 23 de febrero de 2011

Una rubia sorprendente (Memorias de un vampiro IV)

Ruth y yo llevábamos cerca de tres meses en Moscú cuando se iniciaron los acontecimientos que voy a relatar.

Por primera vez en mucho tiempo salí a cazar solo. Ruth y yo habíamos discutido la madrugada anterior antes de acostarnos y cuando esa noche nos despertamos ella estaba de muy mal humor. Me dijo que necesitaba estar sola y salió a la noche dejándome plantado en la casa que habíamos alquilado al llegar a Moscú.

Ruth se había encaprichado con una chica humana. Es algo que nos sucede a todos los vampiros de vez en cuando. De pronto, aparece ante nosotros un humano que por alguna misteriosa razón se nos vuelve irresistible. Convertir a ese humano en nuestra presa se vuelve una obsesión y, cuando por fin lo conseguimos, su sangre sabe a néctar de los dioses. A mí ya me había sucedido una vez, los que habéis leído mis anteriores aventuras sin duda recordareis a cierto muchacho de rizos dorados que fue la causa de una discusión con mi compañera.

Cuando Ruth me comentó su atracción por la chica le dije que la olvidara, que era demasiado joven (debía tener unos catorce años) y que merecía vivir más tiempo.

-Muchos mueren aun más jóvenes por otras causas- dijo.

-Si, pero yo nunca he cazado a alguien tan joven. Y tampoco te he visto a ti hacerlo.

-¡Monsergas! Eres demasiado romántico, eso es lo que te pasa.

-No me parece correcto. Y te agradecería que no lo hicieses.

La discusión se alargó por un buen rato y de ahí la pelea que tuvimos.

De modo que me resigné a la situación, sabía que pronto se le pasaría el enfado, como sabía que aquella noche iría a por la muchacha. Salí a la fría noche de Moscú dispuesto a enfrentarme a mi primera cacería en solitario desde hacía mucho tiempo.

----------------------------------------

Entré en un local que en aquel momento estaba muy de moda. Me abrí paso entre la abigarrada multitud que llenaba el local y que bailaba al ritmo de la música máquina que sonaba a un volumen estruendoso y entré en una sala anexa que estaba insonorizada, quedando así aislada del jaleo de la sala principal. Sonaba una leve música ambiental y el público era mucho menos numeroso.

Me senté en la barra, pedí una bebida y observé a los parroquianos. Enseguida llamó mi atención una mujer que estaba sentada sola en una de las mesas. Era una auténtica belleza, pelo rubio muy claro, casi blanco, ojos azules, nariz fina y labios rojos y carnosos. Bajo sus ropas se adivinaba un cuerpo escultural y atlético muy musculado, casi de culturista.

Pero lo que más me llamó la atención fue el aura que la rodeaba. Nunca había visto algo parecido. No era una de nosotros, pero tampoco era humana.

Abandoné mi sitio en la barra y me dirigí hacia ella.

-¿Puedo invitarte a algo?

La mujer levanto la vista hacia mi, durante un momento su rostro reflejó sorpresa pero al momento frunció el ceño.

-Dejame tranquila chupasangres, no quiero tener nada que ver contigo ni con ninguno de los tuyos.

Entonces el que puso cara de sorpresa fui yo.

-¿Sabes lo que soy?

-Claro, es evidente.

-Entonces, estoy en desventaja, porque yo no se que eres tu. Desde luego no eres humana, por lo menos no del todo.

-¿Te estas burlando de mi?

-No, te aseguro que nunca me he encontrado con alguien como tu. Nunca he visto un aura como la tuya.

-Veo que tienes dificultades con el idioma. No debes llevar mucho tiempo aquí.

-Llegué hace tres meses con mi compañera. ¿Que me dices, puedo invitarte a algo?

-No. Debo irme.

Se levantó, recogió un abrigo y se dirigió a la salida dejándome plantado. Ya era la segunda vez esa noche y no estaba dispuesto a aceptarlo. Además, aún sentía curiosidad por averiguar que clase de ser era aquella belleza, de modo que yo también abandoné el local y me puse a seguirle la pista a cierta distancia para que no me descubriera.

Llevaba varios minutos andando cuando oí un grito de mujer. Me lancé a la carrera pensando que mi bella desconocida podría estar en peligro y al volver una esquina la vi rodeada por cuatro individuos que iban armados con katanas. La chica sangraba por un corte en el brazo pero les hacía frente con valor.

Me dispuse a enfrentarme a aquellos hombres pero entonces sucedió algo que me detuvo. La chica empezó a transformarse. Creció en estatura, las articulaciones de sus rodillas se invirtieron, su rostro se alargó hasta convertirse en un hocico animal y empezó a crecerle pelo por todo el cuerpo. Era un licántropo. Una mujer lobo.



Los hombres que la rodeaban retrocedieron un par de pasos, pero no renunciaron al enfrentamiento.

Mujer lobo o no, cuatro contra uno me pareció demasiado, así que me lancé sobre uno de los tipos que me estaba dando la espalda rompiéndole el cuello al instante.

A pesar de la sorpresa, los otros tres tipos reaccionaron al instante y mientras uno de ellos me atacaba con su arma, los otros dos se enfrentaron a la mujer lobo. Bloqueé el ataque del desconocido y le mordí la yugular. Bebí mientras observaba a mi peluda aliada destrozar a los otros dos a zarpazos y dentelladas. Cuando terminé con mi presa la chica ya había recuperado su aspecto inicial y me miraba con curiosidad.

-¿Porque me has ayudado?

-¿Porque no había de hacerlo?

-Tu gente y la mía no están en muy buenas relaciones.

-Particularmente, no tengo nada en contra de los tuyos. De hecho, eres la primera que conozco.

-Gracias sanguijuela, te debo una.

-Vayámonos de aquí antes de que venga alguien y nos vea entre los cadáveres- dije cogiéndola de un brazo.

-¿Quien era esa gente y porque te atacaban?- pregunté cuando nos hubimos alejado un poco.

-Pertenecen a un grupo de fanáticos religiosos. Se dedican a matar a gente como nosotros.

-¿Causa aequa?

-Si. ¿Les conoces?

-Mi compañera y yo llegamos a Moscú huyendo de una de sus células.

-Pues parece que elegisteis un mal lugar para refugiaros.

-¡Mierda! Tengo que avisar a Ruth. Pero no quiero dejarte sola, estoy seguro que a Ruth no le importará que te refugies con nosotros unos días.

-No te preocupes, cuando me reúna con mi manada estaré segura. Les contaré lo que has hecho por mi. Si podemos ayudaros en algo...

-Ya nos apañaremos, pero gracias. Por cierto, me llamo Víctor.

-Katya- respondió tendiéndome la mano.

Se la estreché mientras nos miramos a los ojos. Habíamos establecido un vínculo muy especial, el de dos depredadores que se han unido para la caza.

-Debo irme- dije.

-Y yo.

-----------------------------------

Estuve varias horas buscando a Ruth por las zonas que más frecuentábamos pero no hallé rastro de ella. Regresé a casa y me dispuse a esperarla. Llegó cuando faltaba poco para amanecer. Se la veía feliz, pero cuando me vio bajo la vista como si estuviera avergonzada por algo.

-¿Te hiciste con la muchacha?- pregunté.

-Si.

-Entonces haz la maleta, coge solo lo más imprescindible. Nos vamos mañana así que anochezca.

-¿Irnos? ¿Adonde?

-Lo más lejos posible de esta maldita ciudad.

------------------------

Al anochecer salimos del Aeropuerto Internacional Moscú-Domodédovo en un vuelo nocturno que nos dejó en el Aeropuerto de Portela de Lisboa con el tiempo suficiente para alimentarnos y escondernos en los túneles del metro para escapar del Sol. Era todo muy arriesgado, pero no teníamos tiempo para planear algo mejor.

A la noche siguiente, tuvimos tiempo para cazar antes de tomar un avión que nos dejó horas más tarde en el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy de New York.

En el vestíbulo nos esperaba Marcos con una sonrisa de oreja a oreja.

-Bienvenidos a la Gran Manzana- dijo.

Nos besó a los dos y se empeñó en llevarnos las maletas hasta su coche.

-Me sorprendió mucho cuando me llamaste ayer desde Lisboa- dijo.- ¿Que pasó en Moscú para que salierais tan precipitadamente?

-El clima se puso realmente inhóspito- dije.

El mismo Víctor de siempre ¿eh?. ¡Bah! Ya me lo contaras. Me alegra mucho que esteis con nosotros, Sandra se muere de impaciencia por veros.

Así fue como llegamos a New York, nuestra residencia actual.

Nuevas aventuras nos esperaban en la ciudad más cosmopolita del mundo.

Pero esa es otra historia que ya os contaré en otra ocasión.

FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario