Lucien salió de la piscina. Había estado nadando durante dos horas, como cada mañana. Era un buen ejercicio que le ayudaba a mantenerse en forma. Tenía el pecho amplio, cintura estrecha y brazos y piernas musculados, sin un ápice de grasa superflua en su cuerpo. Iba completamente desnudo, según su costumbre cuando nadaba a solas. Cogió una toalla y se dirigió al interior de la casa mientras se secaba.
Cuando entró en la sala principal, observó un aviso en la pantalla de su ordenador. Zeus había intentado contactar con el.
-Maldita sea.- pensó- ¿Es que nunca se rinde?
Hizo caso omiso y fue a su habitación, se vistió con ropa cómoda y volvió a la sala. Se quedó mirando la pantalla y tras un largo rato de reflexión se sentó ante el teclado.
Entró en una página que solo conocían unos pocos, tecleó un código de diez cifras y escribió un corto saludo.
-“HOLA, ZEUS”
La respuesta no tardó en llegar.
-”HOLA, ANUBIS. TENGO UN NUEVO TRABAJO PARA TI.”
Lucien pensó en lo apropiado del nombre en clave que le había asignado Zeus.
Anubis, dios de la muerte del panteón egipcio. Muy adecuado para un asesino profesional. Torció el gesto con disgusto y tecleó de nuevo.
-“LO HE DEJADO. BUSCA A OTRO”
-”ES UN TRABAJO MUY ESPECIAL. NECESITO AL MEJOR. SERÁ EL ÚLTIMO. LO PROMETO.”
¿Es que ese tipo nunca aceptaba un no por respuesta?
Tras quince años trabajando para “La Organización”, Lucien sabía que no era conveniente contrariar a sus dirigentes. Se resignó a aceptar el trabajo, pero no pudo resistirse a pinchar un poco a Zeus.
-”DI LAS PALABRAS MÁGICAS.”
Esta vez la respuesta de Zeus se demoró varios segundos lo que arrancó una sonrisa a Lucien.
-“POR FAVOR.”
-”OK. PERO ESTA VEZ TE COSTARÁ EL DOBLE.”
Nueva demora en la respuesta. La sonrisa de Lucien se ensanchó.
-”¿DONDE QUIERES EL PAGO?”
-”EN MI CUENTA NUMERADA DE LAS ISLAS CAIMÁN.”
-”TE ENVIO LOS DATOS DE TU OBJETIVO. LAMENTO PERDERTE, ANUBIS. ERES UN BUEN OPERATIVO.”
La impresora escupió una docena de folios con fotografías y datos diversos de su objetivo y Zeus cortó la conexión.
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Christine Sagawa era una joven de veinte años, americana descendiente de inmigrantes japoneses, muy atractiva. Sus bellos rasgos orientales estaban enmarcados por una melena corta negra como ala de cuervo.
Según los datos que le proporcionó Zeus la chica era aspirante a actriz, por eso residía en Los Angeles, en un pequeño apartamento de Vine St. Lucien se preguntó quien podría tener nada contra esa muñequita.
Christine compartía el apartamento con otra chica de su edad, Patricia Chase, con un aspecto más americano que el pastel de manzana, alta, esbelta, rubia y de grandes pechos y como Christine, aspirante a actriz.
Al llegar a L.A. Lucien alquiló un apartamento en Fountain Av. a dos manzanas del domicilio de las chicas. Estuvo siguiendo a Christine durante dos semanas. Por las tardes la chica asistía a todos los actos públicos que se organizaban en La Meca del cine, sin duda en busca de algún mecenas que quisiera patrocinar su carrera al estrellato, no había manera de saber donde estaría a la siguiente hora. Pero por las mañanas repetía siempre la misma rutina. Se despertaba a las 9:00 se vestía con ropa de deporte, desayunaba y a las 9:45 se dirigía, acompañada de Patricia, a un gimnasio de Sunset Bulevard.
Era un corto paseo que les llevaba unos quince minutos, por lo que alrededor de las 10:00 entraban en el gimnasio. Christine permanecía allí por espacio de dos horas, tras las cuales, abandonaba el local y regresaba a su apartamento. Patricia se quedaba en el gimnasio hasta más tarde, Lucien averiguó que el motivo era que la chica trabajaba en el local dando clases de aeróbic.
Decidió que el mejor momento para eliminar a Chistine era a la salida del gimnasio, el único momento del día en que sabía seguro que estaría sola.
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Tres días más tarde había alquilado un apartamento en el 11º piso de un edificio frente al gimnasio. Desde las ventanas del mismo tenía una visión perfecta de la puerta del local.
Ese día, siguió, una vez más, a las chicas hasta la entrada del gimnasio para asegurarse de que Christine no alteraba su rutina. Cuando las vio traspasar las puertas se dirigió a la acera de enfrente y entró en el apartamento.
Abrió el maletín que llevaba consigo y sacó el rifle que llevaba desmontado en tres piezas. Después de montarlo, se dirigió a la ventana con el medidor láser y calculó la distancia, montó la mira telescópica en el arma y la graduó, acercó una silla a la ventana, se sentó y se dispuso a esperar el momento.
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Faltaban solo unos pocos minutos. Lucien montó el silenciador, cargó una sola bala en el arma y apuntó a la puerta del gimnasio. Los minutos fueron pasando y la chica no aparecía por ninguna parte. Empezó a ponerse nervioso. ¿Acaso la chica había abandonado el gimnasio sin que el lo viera? No, no era posible, había estado muy atento, después de todo era un profesional. Miró su reloj, las 12:14, casi un cuarto de hora de retraso.
-¿Qué diablos...?
Se asomó a la ventana y observó el exterior a un lado y otro de la calle. Entonces la vio.
Christine estaba en la azotea del edificio del gimnasio, tenía un rifle en las manos y le estaba apuntando.
-¡Mierda...!
Fue lo único que pudo decir antes de que una bala le atravesara el cráneo.
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Dos horas mas tarde Christine estaba frente a su ordenador.
-”HOLA ZEUS.”
-”HOLA CHRISTINE. INFORMA”
-”OBJETIVO ELIMINADO”
-”BUEN TRABAJO.”
Era una lástima lo de Anubis, pensó el hombre que se hacía llamar Zeus. Pero él más que nadie debería haber sabido que nadie abandona “La Organización” sin el consentimiento de sus dirigentes. Un nuevo mensaje de Christine apareció en su pantalla.
-”¿PRUEBA SUPERADA?”
-”PRUEBA SUPERADA. YA ERES UNO DE NUESTROS OPERATIVOS. NOMBRE EN CLAVE: HELA. ¿ENTIENDES LA REFERENCIA?”
-”HELA: DIOSA DE LA MUERTE EN LA MITOLOGÍA NÓRDICA.”
-”CHICA LISTA. TENGO UN NUEVO TRABAJO PARA TI.”
-”¿CUAL ES EL OBJETIVO?”
FIN
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