miércoles, 4 de abril de 2012

John Smith V.P.I.

          PROLOGO

Llego unos minutos después que la policía. Paso por debajo de la cinta con que han delimitado el escenario del crimen y me acerco al cadáver con paso pausado. El lugar esta lleno de polis, en uniforme y de paisano, pero nadie se fija en mi. Es una de mis nuevas habilidades, puedo pasar desapercibido incluso en un lugar tan concurrido como ese.

Me agacho junto a la víctima y la observo con detalle. Es una chica joven, dieciocho o veinte años, muy hermosa. A simple vista no tiene ninguna marca pero, desde mi transformación, puedo ver lo que esta oculto a los ojos de los mortales. El cabrón ha escondido muy bien sus huellas pero, a mis ojos, las dos heridas en su cuello resaltan como dos faros en la oscuridad. El asesino es un vampiro. Y no un vampiro cualquiera, reconozco al momento el olor que desprende el cadáver de la chica.

Ha sido Drake.


I

-¡Hu,hu! ¡Soy yo! ¿Pidieron un detective?”
Raymon Chandler (La hermana pequeña)

Me llamo John Smith, lo juro, es mi nombre, he tenido que soportar muchas bromas a causa de ello. Soy investigador privado, y toda esta mierda empezó con mi último caso.

Michael Thompson y su esposa Martha vinieron a mi despacho para que investigara la muerte de su hija de catorce años, Marie Anne.

Encontraron el cuerpo de la chica en un contenedor de basura, cerca de la casa de una compañera de instituto con la que estaba haciendo un trabajo de literatura. Según la autopsia, había muerto por pérdida masiva de sangre, pero el forense no encontró explicación alguna para esa pérdida, ya que el cuerpo no presentaba herida alguna.

Un año después, la policía cerró el caso por falta de pistas definitivas y lo archivó como “caso sin resolver”.

Les advertí de que sería complicado, que si la policía, con todos los recursos de que disponen, no había resuelto el caso, yo lo tenía más difícil. Además, después de un año, las pistas se habrían enfriado.

Dijeron que lo entendían pero insistieron en que lo intentara. Les expuse mis tarifas, que aceptaron sin problemas, y les cobré una semana por adelantado. Antes de despedirlos, les di un mensaje de ánimo; había posibilidades, después de todo, yo solo tenía que ocuparme de ese caso y podía dedicarme de pleno a él.

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Mi primer paso, a la mañana siguiente, fue visitar la comisaría del distrito y pedir una copia del expediente del caso. Encontré cosas interesantes.

Como ya me contaron los Thomson, el forense dictaminó que la causa de la muerte fue la pérdida masiva de sangre. Lo desconcertante del caso era que el cuerpo de Marie Anne no presentaba ninguna herida, ni siquiera la pequeña marca de una hipodérmica, por lo que nadie podía explicar como se había desangrado. Además, no se encontró ni rastro de la sangre extraída a la muchacha, por lo que los agentes que investigaron el caso, determinaron que había acabado en el mercado negro.

También se investigó la posible relación del asesinato con la desaparición de otros dos jóvenes en la zona: Ray Duval; varón, quince años y María Velez, mujer, diecisiete años. Si habían sido víctimas del mismo asesino, este se habría librado de los cuerpos como hizo con el de Marie Anne, tirándolos a un contenedor de basura. Seguramente, estarían pudriéndose en algún vertedero.

Las circunstancias de ambas desapariciones eran parecidas al caso que me ocupaba. Eran estudiantes y habían desaparecido después de salir de casa de algún compañero con el que estaban estudiando. En todos los casos era ya bastante tarde, el sol ya se había ocultado, por lo que el asesino era de hábitos nocturnos.

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Por la tarde, visité a los Thompson. Les pedí que me dejaran examinar todos los objetos que conservaran de su hija, para buscar posibles pistas. Me llevaron a su habitación, que conservaban igual que el día en que murió. Era la típica habitación de una adolescente. Algunos libros, muchos peluches y varios posters de actores y cantantes de moda en las paredes.

Revisé el armario pero no encontré mas que la ropa propia de una muchacha de su edad. En un cajón de la mesilla de noche encontré su diario. Hojeé las últimas entradas. No encontré nada anormal, solo anotaciones sobre las ilusiones y desilusiones típicas de una adolescente. Con el permiso de los Thompson me llevé el diario para estudiarlo detenidamente y volví a mi despacho.

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Cuando llegué ya había anochecido. Saqué del archivador la botella de bourbon y un vaso y me serví un trago largo. Contemplé a través de la ventana la vista nocturna de New York. -Tal vez en ese momento otro joven está siendo víctima de ese maníaco- pensé. Apuré el vaso, me serví otro trago y me senté ante mi escritorio para estudiar el diario.

No encontré nada que me fuera de utilidad. Miré el reloj y decidí que ya era hora de acostarme. A la mañana siguiente visitaría a las familias de los dos chicos desaparecidos, tal vez ellos me darían alguna pista.

II


Así que es usted un detective.
No sabía que existieran realmente...
Raymond Chandler(El sueño eterno)

Mi primera visita me llevó a casa de los Duval. Me recibió Katherin, la madre del chico desaparecido, su marido estaba ausente, trabajando. Cuando le expliqué quien era y el motivo de mi visita se mostró entusiasmada. Creo que no entendió bien cual era mi misión y se pensó que estaba allí solo por su hijo. No hice nada por desengañarla.

Le pedí ver las cosas de su hijo y me llevó al garaje de la vivienda. Lo habían guardado todo en cajas. Por lo visto, los Duval tenían otro hijo, más joven que Ray, que se había apoderado de la habitación de su desaparecido hermano.

Revolví el contenido de las cajas pero no encontré nada de utilidad. Le dejé una tarjeta a la señora Duval para que pudiera llamarme si recordaba algo que pudiera ayudarme. No me dejó marchar hasta que le prometí que seguiría buscando a su hijo. ¡Que diablos! Era mentira pero, una mentira piadosa.

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Mas tarde visité a los Velez. Los encontré a ambos en casa. Una vez más me identifiqué y les expliqué el motivo de mi visita. Al igual que los Thompson, habían conservado la habitación de su hija como el día en que desapareció. No era muy diferente a la habitación de Marie Anne. Los cantantes en las paredes eran otros y las muñecas sustituían a los peluches. Por lo demás era igual.

También María llevaba un diario. Supongo que ese hábito es más común entre las chicas que entre los chicos. Hojeé las últimas entradas. Esta vez encontré algo interesante.

María hacía referencia a un chico (o un hombre, no quedaba muy claro) que había conocido pocos días antes, un tal Drake. Según la chica, Drake era un tipo FAS-CI-NAN-TE. Así mismo, en mayúsculas y silabeado. Los padres no habían oído hablar nunca de él.

Les pedí permiso a los Velez para llevarme el diario y no pusieron ninguna pega. Ellos comprendieron enseguida que yo solo llevaba el caso de Marie Anne, pero ya que ambos casos podían estar relacionados, decidieron facilitarme el trabajo. Me despedí de ellos no sin antes entregarles mi tarjeta.

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De vuelta a mi despacho, apuré el escaso bourbon que quedaba en la botella mientras leía el diario de María.

Al parecer, había conocido a Drake un sábado en una discoteca. El se le había insinuado, pero María era una chica decente y frenó el ataque del individuo. Aún así dejó que le invitara a un refresco y quedó con él en que volverían a verse. El martes siguiente fue el día en que María desapareció.

En el diario, describía a Drake como a un joven atractivo, de pelo negro y largo, ojos oscuros, boca sensual y tez pálida.

Ya tenía algo para empezar. Era jueves, quedaban entonces todo el viernes y parte del sábado antes de poder investigar en los locales para jóvenes del distrito. Aprovecharía ese tiempo para revisar de nuevo el expediente policial y los dos diarios.

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III

¡Dadme a mi asesino,
dadme su visión!
Anne Rice(El ladrón de cuerpos)


Ni el expediente ni los diarios me aportaron nada nuevo. También mis llamadas a los Thompson, los Duval y los Velez fueron infructuosas, ninguno de ellos recordaba ningún detalle que pudiera serme útil.

Así que el sábado por la noche me vestí con mi ropa más informal y empecé a visitar los locales de baile más frecuentados por los jóvenes. No fue tarea fácil, un tipo de cuarenta años que entra en esos locales enseguida llama la atención y levanta sospechas. Esa noche me harté de mostrar mis credenciales y de explicar mis verdaderas intenciones a diversos encargados de local y guardias de seguridad.

Mis indagaciones entre los jóvenes no me aportaron nada. La mayoría me tomó por un pederasta que intentaba ligar con el cuento del detective. Lo más suave que me oí decir fue que me fuera a tomar vientos. Los pocos que me tomaron en serio no conocían a nadie con las características del tal Drake.

Varias horas después ya había visitado varios locales y ya estaba harto de música estridente, chicos maleducados y empleados suspicaces. Salí del último local, encendí un cigarrillo y empecé a pasear por una calle deficientemente iluminada. Estaba rumiando cual sería mi próximo paso cuando oí una voz a mi espalda.

-Hola, Smith. Creo que me buscabas.

Me volví y pude ver la silueta de un hombre cuyo rostro estaba oculto por las sombras.

-¿Quién eres?-pregunté.

-Soy Drake.

Avanzó un paso y salió de las sombras. Pude reconocer al hombre que María describía en su diario. Siguió avanzando hacia mi y saqué la pipa de la funda sobaquera.

-No te acerques más o disparo.

El se limitó a sonreír y continuó en su avance.

Le disparé a un hombro. El siguió sonriendo y avanzando. Volví a disparar, esta vez a una pierna. Ni se inmutó. Ya casi lo tenía encima. Vacié el cargador, siete balas y una en la recámara. Como si le hubiera lanzado confeti en lugar de plomo.

Me agarro por el cuello y me empujó hasta un callejón donde me aprisionó contra una pared. Le golpeé con todo, puños, pies, la culata de la pipa... no le hizo más efecto que las balas. Continuaba sonriendo.

-Me diviertes-dijo.-Por eso no te mataré.

Entonces me mordió en el cuello. Sentí como desgarraba piel y carne y como succionaba la sangre que manaba por la herida. Entonces lo comprendí todo. La desaparición de la sangre en el cadáver de Marie Anne, los hábitos nocturnos del asesino...Todo cuadraba. Mi asesino era un vampiro.

Me sentía a punto de morir cuando me soltó. Caí al suelo de rodillas incapaz de sostenerme sobre mis piernas. Entonces, Drake hizo algo sorprendente. Se mordió a si mismo en el antebrazo y cuando la sangre empezó a brotar, me obligó a levantar el rostro agarrándome por los pelos y puso la herida sobre mi boca.

Intenté apartar el rostro pero era tremendamente fuerte y yo estaba debilitado por la pérdida de sangre. Me vi obligado a tragar. ¡Dios! Su sangre era lo más dulce que jamás había probado. No lo pude evitar, seguí bebiendo hasta que me desmayé.
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IV

-¿Y que sucedió entonces?-
preguntó el muchacho.
-Lo vi todo como un vampiro.
Anne Rice (Entrevista con el vampiro)


Desperté en un sótano, en un edificio abandonado. Era de noche, pero de algún modo, sabía que no era la misma noche. Había dormido durante todo el día anterior. Me levanté con dificultad, me sentía débil. Por primera vez sentí la “sed”.

Salí a la calle y quedé pasmado ante lo que captaba con mis nuevos sentidos. A pesar de la oscuridad, los colores eran más vivos y brillantes de lo que jamás había visto y los sonidos llegaban a mi con una claridad diáfana. Podía oír las conversaciones en susurros de la gente que vivía en el edificio al otro lado de la calle, incluso el escarbar de las diminutas patas de una arañita que trepaba por la pared a mis espaldas.

Pero esa fascinación quedaba eclipsada por la terrible sed que sentía. Sabía que no era una sed normal. Ahora era un vampiro, tenía sed de sangre.

Empecé a deambular como un sonámbulo. El deseo de sangre me obnubilaba, pero me negaba a acabar con la vida de una persona para continuar con la miá propia.

En ese estado llegué, sin saber como, a Central Park. Allí me dejé caer sobre el cuidado césped mientras podía ver,oír y oler a los escasos paseantes nocturnos que inconscientes de mi presencia pasaban cerca de mi. Hice un esfuerzo para resistirme a esos reclamos y perdí el conocimiento de nuevo.

Desperté al notar que alguien me zarandeaba. Abrí los ojos y pude ver un hombre de unos cincuenta años, bien vestido y de aspecto amigable. Al momento me llamó la atención algo indefinido, como un aura de poder que se desprendía de ese hombre. No se como, pero supe que eso significaba que era igual que Drake, igual que yo... un vampiro.

-Vaya aspecto más lamentable que tienes, amigo-dijo tendiéndome una mano para ayudarme a levantarme.

Cogí su mano y me puse en pie.

-Tú...tú eres...

Sonrió.-Si, soy un vampiro-dijo con una sonrisa.

-¿Puedes ayudarme?

-Pareces novato en esto. ¿Donde está tu creador?

-¿Mi creador?

-El vampiro que te convirtió.

-Yo...El me mordió anoche. Me obligó a beber su sangre y me abandonó. No he vuelto a verlo.

-¡Que raro, nunca oí hablar de un vampiro que abandonara a su discípulo a su suerte!

-¿Puedes ayudarme?-repetí.

-¿Porqué no? Ven, te enseñaré a cazar.

-¡No! No quiero matar a nadie.

-Debes hacerlo. No hay otra forma.

-Debe de haberla.

-Puedes cazar solo a delincuentes, si quieres. Es lo que yo hago. Así no me remuerde la conciencia.

-Tiene que haber otra forma.

-Tal vez la haya. Pero será solo una solución temporal. Pronto tendrás que cazar sino quieres tener una muerte horrible.

-Te agradeceré cualquier ayuda.

Me miró de arriba a abajo y sonrió.

-Me llamo Thomas-dijo tendiéndome la mano.

-John-respondí estrechándola con la mía.

-Ven conmigo, John. A ver que puedo hacer por ti.

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V

-¿Amar a la humanidad?...
¿Que tiene que ver un hijo de la
Atlántida y sacerdote del olvidado
Golgor, con el amor? ¿Que son
los mortales sino alimento para las
fauces de los dioses?
Robert E. Howard (Las extrañas
aventuras de Solomon Kane)

Confié instintivamente en Thomas y me llevó hasta un moderno edificio de apartamentos de lujo. Entramos en uno de ellos, ricamente amueblado y me llevó hasta la cocina.

Thomas abrió el frigorífico y quedé pasmado cuando vi su contenido. Apiladas en pulcras hileras pude contar hasta doscientas bolsas de sangre como las que se pueden ver en los hospitales para las transfusiones. Cogió dos de ellas y una copa de cristal. Llenó la copa con el contenido de una de las bolsas y me la tendió. Debió de ver la desconfianza en mi rostro.

-Tranquilo-me dijo.-Nadie ha muerto para conseguir esta sangre. La obtenemos de voluntarios a quien pagamos muy bien por ella. Ellos piensan que acaba en el mercado negro.

Bebí y torcí el gesto.

-Si, no es muy agradable ¿verdad? Es lo malo de beberla fría.

Apuré la copa y Thomas volvió a llenarla con la otra bolsa.

-Con dos será suficiente- dijo.

-Si podemos alimentarnos así...¿Porqué matar a nadie?

-Solo son para un caso de emergencia. No podemos sobrevivir a base de sangre envasada. Si no te alimentas con sangre viva en un par de días, tu cuerpo comenzará a degradarse y morirás entre terribles dolores.

-¿Como puedes vivir de este modo?

-Al final te acostumbras. Uno llega a ver a los humanos como ganado.

-No creo que pueda acostumbrarme.

-Debes acabarte esto y marcharte antes de que venga Héctor.

-¿Héctor?

-Mi compañero. Es muy territorial y se enfadará mucho si te encuentra aquí.

-No tengo donde ir.

-También he pensado en eso.

Abrió un cajón y extrajo una tarjeta de visita.

-Ve a esta dirección. Pregunta por Adam Cullen y dile que vas de mi parte. No le escondas quien eres, el te dará refugio durante el día.

Cogí la tarjeta y leí.

CLUB JANO

Thomas Simpson

Debajo estaba la dirección, que no repito aquí por discreción.

-¿Estás seguro de que tu amigo querrá darme cobijo?

-Estará encantado de recibirte. Y ahora lárgate, no quiero problemas con Héctor. Si quieres verme mañana, búscame en el parque. Sobre todo, no le digas a Adam donde encontrarme, no debe verme así.

-Tranquilo, no soy ningún chivato.

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Efectivamente, cuando mencioné el nombre de Thomas, Adam Cullen estuvo encantado de darme cobijo. Me acompañó a una pequeña habitación sin ventanas, el único mueble que había era una cama.

-Puedes dormir aquí siempre que lo necesites. No eres el primero de tu especie que lo hace.

-¿Porqué ayudar a un vampiro?

-Ayudo al amigo de un amigo. ¿Te explicó Thomas a qué se dedica el Club Jano?

-Brevemente. Al parecer sois investigadores de lo paranormal.

-Es una forma de describirlo. Comprenderás entonces porque te damos cobijo.

-Así podrás observarme de cerca. Tal vez puedas ayudarme con otra cosa.

-Si está en mi mano, cuenta con ello.

-Quiero ver todo lo que tengáis en vuestros archivos sobre los hábitos alimenticios de mi gente.

-Creía que eso era de dominio público. Los vampiros se alimentan de sangre humana. Punto.

-Tiene que haber algo más. Me niego a creer que para seguir viviendo tenga que matar cada día.

-De acuerdo, te daré acceso a un terminal. Pero no recuerdo haber leído nada sobre hábitos alternativos en la alimentación de los vampiros.

Me acompañó hasta un inmensa biblioteca y me puso ante un ordenador.

-Esta es la clave de acceso. Ya esta, el sistema de búsqueda es sencillo. Solo dile qué quieres buscar y ya está.

Le agradecí su ayuda y el se retiró dejándome solo. Me puse frente al teclado y escribí: “vampiros, alimentación, alternativa”.

Rápidamente apareció un listado de entradas más largo que un día sin pan. Me armé de paciencia y cliqué la primera.







VI

-Interesante,...
aunque elemental.
Arthur Conan Doyle
(El sabueso de los Baskerville)


Al amanecer, ya sabía unas cuantas cosas que antes ignoraba. Era cierto, todo se limitaba a la sangre, pero había formas de evitar matar a nadie.

Primero estaba la sangre conservada como la que bebí en casa de Thomas. Inconvenientes:Al estar fría era muy desagradable, además solo podría tomarla durante dos o tres días.

También descubrí que podemos alimentarnos de la sangre de animales. Inconvenientes: Al contrario que la sangre humana, la sangre de animal suele ser amarga. Un vampiro podría sobrevivir un par de semanas así antes de empezar a degradarse.

Pero mi gran descubrimiento fue un pergamino del siglo IV donde se narraban las vivencias del vampiro Atticus. En él, Atticus narraba que durante un viaje en barco que duró muchos días, para poder alimentarse del pasaje y de la tripulación sin levantar sospechas, utilizó una técnica que el llamaba “el beso”.

Atticus atacaba a su víctima dejándola inconsciente antes de que esta pudiera verle. Después bebía unos tragos de ella, apenas una cuarta o quinta parte de lo que necesitaba, tras lo cual la soltaba y ocultaba las señales de su cuello mediante el sistema de dejar caer unas gotas de su propia sangre encima de ellas, con lo cual, quedaban cicatrizadas al instante.

Repetía eso con cuatro o cinco personas diferentes hasta que quedaba, por fin, saciado.

El resultado, era que nadie moría, las personas atacadas se despertaban algo débiles por la pérdida de sangre y durante dos o tres días, la luz del sol les resultaba muy molesta. Pero a los pocos días volvían a la normalidad.

Atticus afirmaba que era una técnica muy útil cuando se veía obligado a recluirse en un espacio reducido, como un barco, pero que en circunstancias normales no valía el esfuerzo. Requería mucho más tiempo y, por tanto, el riesgo a ser descubierto aumentaba.

Sin embargo, a mi me pareció la solución ideal para mi dilema. No podía comprender porqué otros vampiros no usaban ese método. En Drake, podía comprenderlo, era un sádico que atacaba a niños y que me transformó y me abandonó a mi suerte solo para divertirse a mi costa. Pero Thomas, por ejemplo, no parecía mal tipo, me ayudó sin conocerme de nada.¿Como podía acabar con la vida de otros con tanta indiferencia? “Uno llega a ver a los humanos como ganado”. Esas palabras me quedaron grabadas.

Adam vino a interrumpir mis reflexiones.

-Pronto amanecerá, será mejor que te retires.

-Gracias.

-¿Has encontrado algo útil?

-La verdad es que si.

Le conté lo que había encontrado y le dije que intentaría usar ese método para alimentarme.

-Curioso... Nunca había oído hablar de un vampiro con tanta carga de conciencia.

-¿Qué quieres decir?

-El instinto de supervivencia es muy fuerte en los vampiros. Eso es lo que les permite matar con tanta indiferencia. De hecho ellos siempre usan el término “cazar”. Sinceramente, creo que a la larga acabarás alimentándote del mismo modo que tus hermanos. Ahora forma parte de tu naturaleza.

-No si puedo evitarlo.

-Te deseo mucha suerte. Que duermas bien.

Me acosté y empecé a repasar como me había ido en mi primer día como vampiro. Me sorprendí al comprobar lo bien que había aceptado mi nueva condición. No fue nada traumático. Tal vez Adam tenía razón en lo del instinto de supervivencia. Con este pensamiento me quedé dormido.

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VII

La venganza es un plato
que se sirve mejor frio.
Antiguo proverbio Klingon


Desperté al ocaso. Sentía la sed, una sed acuciante que alteraba todos mis sentidos instándome a salir de caza. Salí de la habitación y me dirigí a la biblioteca. Allí estaba Adam, esperándome.

-Te agradezco mucho tu ayuda-dije.-Pero ahora debo marcharme.

-¿Sigues empeñado en usar tu peculiar método de caza?

-Si.

-Te deseo lo mejor. ¿Volverás a visitarme?

-Tal vez-fui hacia la salida.-Adiós.

-Adiós.

Andé un buen rato hasta que al pasar por una calle particularmente oscura detecté la presencia de un humano que se ocultaba en las sombras. Vi en su mente que era un camello en espera de clientes. Ese estaría bien para empezar.

Me situé a su espalda sin que pudiera detectarme y le tapé la boca y la nariz con una mano. Se revolvió, pero no pudo hacer nada contra mi fuerza vampírica. Al poco rato se desplomaba sin sentido.

Mordí la yugular sin vacilación. Mi instinto me decía cual era la mejor forma de hacerlo. Me costó un enorme esfuerzo de voluntad separarme de él sin terminarlo. El mismo instinto que me guiaba, me instaba a terminarlo. Mordí mi pulgar y dejé caer unas gotas de sangre sobre sus heridas que se cicatrizaron al instante. Le dejé allí tendido y me alejé del lugar. Por el camino repetí la operación con cuatro humanos más y cuando llegué a mi despacho ya me encontraba ahíto.

Me quité la chaqueta y guardé la pipa en un cajón de mi escritorio. Después abrí la caja fuerte y saqué el estuche, lo abrí y me quedé un rato contemplando la belleza que se escondía en su interior.

Era una “Wildey” calibre .475. La pistola que empuñaba Charles Bronson en “El justiciero de la noche”. La colgué en una funda sobaquera, me puse de nuevo la chaqueta, conecté la radio sintonizada en la frecuencia de la policía y me senté a esperar.

Casi tres horas después, oí como un agente comunicaba que había encontrado a una joven muerta en un callejón, el cadáver no presentaba heridas.

¡Esa era! Lo sabía, de algún modo, lo sabía.

Tome nota de la dirección y abandoné mi despacho.

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Y aquí me encuentro ahora, examinando el cadáver. Se que ha sido Drake, he reconocido su olor, de cuando me transformó.

Abandono el escenario del crimen sin que nadie haya reparado en mi presencia y sigo el rastro de su olor.

El rastro me lleva hasta un bar. Traspaso la puerta, pero me quedo en la entrada, observando el interior.

Finalmente le veo, esta sentado en una mesa, charlando con una chica, humana, de unos veinte años. El se percata de mi presencia y nuestras miradas se cruzan. Le desafío con la mirada y abandono el local.

Giro en la primera esquina y entro en un callejón mal iluminado, apoyo mi espalda en un muro y espero.

No tarda mucho en aparecer.

-Hola Smith. ¿Me buscabas de nuevo? ¿Como llevas tu vida de vampiro?

-Mi vida no te importa, y si, te buscaba.

-¿Que quieres de mi, Smith. Que sea tu maestro?

-Sabes bien lo que quiero. No hay sitio para los dos en esta ciudad, no lo hay en todo el planeta.

-¿Me desafías? No me hagas reír.

-Ven, enseñame lo que sabes hacer, Drake.

Se mueve tan rápido que ni siquiera yo puedo verlo. Antes de que me de cuenta me tiene cogido por el cuello y me aplasta contra la pared.

Le golpeo varias veces pero no se inmuta. Abre la boca enseñándome los dientes, en una parodia de una carcajada, es el momento que estaba esperando. Con toda la velocidad de la que soy capaz, saco la Wildey de la funda, meto el cañón dentro de su boca y disparo.

Ni siquiera un vampiro resiste esa potencia de fuego. Su cabeza estalla esparciendo sangre y sesos por todo el callejón. Enfundo de nuevo mi arma y salgo a las calles más iluminadas. El disparo a sido estruendoso, pero nadie a salido a ver que pasa. Esto es Nueva York, nadie oye nada, nadie ve nada, lo cual, en esta ocasión, es una suerte.

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De vuelta a mi despacho, descuelgo el teléfono y marco el número de los Thompson, me responde Martha.

-¿Diga?

-Sra. Thompson, soy Smith.

-¡Oh, Sr. Smith! ¿Ha descubierto algo?

-He encontrado al asesino de su hija.

-¿Ya, tan rápido? Es estupendo. ¿Ha avisado ya a la policía?

-No será necesario. Cuando vio que iba a por él me atacó. Tuve que defenderme... Está muerto. Creí que le alegraría saberlo.

-No me avergüenza admitir que si, que me alegra. ¿Cuanto le debemos por su trabajo, Sr. Smith?

-Le mandaré la factura con mis datos bancarios. Págueme por transferencia.

-Bien. Gracias, Sr. Smith.

-Ha sido un placer, señora.

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EPÍLOGO

Dos días después, estoy dando un paseo por Central Park. El método del beso me funciona bien, por lo menos de momento. El parque es un lugar agradable por la noche. Huele a limpio.

De pronto siento una presencia familiar.

-Buenas noches, Thomas.

-Buenas noches, John. ¿Te trataron bien en el Club Jano?

-Tu amigo Adam fue un buen anfitrión. Aprendí muchas cosas en el club.

-¿Ah si? ¿Qué tipo de cosas?

Le cuento lo que aprendí del método de Atticus.

-El beso... Nunca se me habría ocurrido. De todas formas no creo que aguantes mucho tiempo así. Tarde o temprano el instinto del cazador vencerá.

-Espero que te equivoques. ¿Tuviste problemas con tu compañero?

-Enseguida descubrió que había tenido un invitado, pero tranquilo, el enfado no le duró mucho.

-Me alegro. Me gustaría devolverte el favor. Si algún día necesitas un detective, llámame.

Le doy una de mis nuevas tarjetas. En ellas puede leerse:

John Smith

V.P.I.

Debajo figura mi número de teléfono.

-¿V.P.I.?-pregunta.

-Vampire Private Investigator

-Ja,ja,ja. La guardaré. Nunca se sabe... Tengo que dejarte, John. Héctor me está esperando.

-Claro. Que te vaya bien, amigo.

-Adiós.

Miro como se aleja hasta que desaparece entre las sombras. Me doy la vuelta y contemplo las luces de la ciudad.

Supongo que hasta los vampiros y licántropos necesitarán a un detective de vez en cuando.

FIN

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