miércoles, 19 de octubre de 2011

Buscando comida


Me despierto al llegar el ocaso, me desperezo y me levanto de mi mullida cama. Me acerco a la ventana y retiro la tabla que la cubre. Miro directamente al sol poniente lo que hace que me duelan los ojos, sin embargo, encuentro un cierto placer morboso en ese dolor. Finalmente, el sol se oculta por completo y la oscuridad se apodera de las calles.

Me visto lentamente y una sonrisa florece en mis labios. Tengo un buen presentimiento, esta noche encontraré comida. La pasada noche no encontré nada, ni la anterior, si sigo así pronto me faltarán las fuerzas. Desde la gran plaga que trajo consigo la invasión zombie, encontrar alimento se ha vuelto muy difícil. Pero esta noche será distinto, lo sé, algo en mi interior me lo dice.

Repaso los cargadores de mis Uzi y las coloco en las fundas que cuelgan de mis caderas, luego, guardo varios cargadores en los bolsillos de mi cazadora y salgo a la calle. Lanzo una silenciosa plegaria dedicada a todos los dioses y demonios que recuerdo. No se, tal vez alguno de ellos me escuche.

Avanzo rápida pero silenciosamente por las oscuras calles, los negros recuadros de las ventanas de los edificios se me antojan miles de ojos que me observan, me sacudo esa extraña sensación de mi mente y sigo avanzando atento al menor ruido.

Llevo varias horas de búsqueda infructuosa cuando escucho disparos. Esta puede ser mi oportunidad. Guiado por el sonido me dirijo a toda velocidad hacia el conflicto.

Al girar una esquina puedo verlos, un pequeño grupo de humanos rodeado por un rebaño de zombies, algunos de ellos ya han caído, el resto tiene pocas posibilidades. Pero uno de ellos consigue romper el cerco y escapa a toda velocidad, es una mujer joven, el grueso del rebaño la persigue.

De un salto me coloco entre la chica y los zombies con las Uzi en las manos y empiezo a disparar. Los que avanzan en las primeras filas caen con sus reventadas cabezas esparciendo sesos y sangre putrefacta, pero eso no detiene al resto.

Vacío mis cargadores y mientras los sustituyo por otros nuevos me dirijo a la muchacha.

-Métete en ese portal, rápido.

Ella, tras un momento de duda, obedece. Veo que cojea un poco, ¡mal asunto!, tal vez le han mordido.

Sigo disparando como un poseso hasta que veo desaparecer a la chica por la entrada del edificio, entonces la sigo.

La encuentro esperándome con el rostro pálido y desencajado por el miedo.

-Estabas cojeando- le digo.-¿Te han mordido?

-No, me he torcido un tobillo en la huida.

Oigo como se acercan a la entrada con su andar lento y torpe. Cojo a la chica en brazos y me lanzo a toda velocidad escaleras arriba hasta llegar a la azotea. Me detengo unos momentos para recuperar el aliento y continuo mi carrera pasando de azotea en azotea hasta que llego a la siguiente esquina. Miro hacia la calle, el rebaño aún está entrando por la misma puerta que nosotros, entorpeciéndose unos a otros por su afán de alcanzarnos.

Bajo a toda velocidad por la escalera que nos llevará de nuevo a la calle, la muchacha empieza a pesar un poco en mis brazos, pero podré resistir un poco más. Cuando llego a la salida, me asomo y veo en la esquina opuesta como los últimos del rebaño entran en el edificio. Espero unos segundos hasta que dejan la calle desierta y me lanzo en dirección opuesta.

Corro por varias calles, girando en cada esquina para no dejar un rastro claro y finalmente me decido a entrar en otro bloque de viviendas escogido al azar. Subo hasta el primer piso y, solo entonces, me decido a dejar a la chica en el suelo. Ella sostiene el peso de su cuerpo solo sobre una pierna. Ese gesto despierta en mi negros pensamientos.

El rellano tiene seis puertas, escojo una y disparo contra la cerradura, destrozándola, lo que nos permite acceder a la vivienda.

-Detrás de mi- le digo.

Exploro el interior y me aseguro que la vivienda esta vacía, entonces le digo a la chica, que estaba esperando en la entrada, que pase.

-No se como agradecértelo- dice. -Si no hubiese sido por ti, ellos...

-Desnudate-le digo apuntándola con una de mis Uzi.

-¿Que?...¿No pretenderás...?

-No es lo que piensas-la corto. -Necesito asegurarme de que no te han mordido o arañado. Tengo que asegurarme de que no estás infectada.

Ella baja la vista hacia el suelo, pero comprendiendo la lógica de mi petición, obedece.

Se quita toda la ropa y, poniendo los brazos en cruz, gira lentamente sobre si misma. No tiene ninguna marca, a excepción del tobillo hinchado a causa de la torcedura. No está infectada.

-¿Satisfecho?

-Satisfecho-respondo enfundando mi arma.

Ella se agacha para recoger su ropa y vestirse de nuevo, pero antes de que pueda coger la primera prenda me lanzo sobre ella y la inmovilizo contra la pared.

Ella puede ver el deseo en mis ojos.

-Me dijiste que no ibas a...

-Te equivocas de nuevo. No es sexo lo que busco, sino comida.

Entonces clavo mis dientes en su cuello mientras mi mano aprieta su tráquea para impedirle gritar.

¿Creéis que para un humano es difícil encontrar comida en un mundo invadido por los zombies?

Pues no podéis imaginar lo complicado que es eso para un vampiro.

FIN

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