jueves, 15 de septiembre de 2011

El rey de los muertos (Zombie 3G cont)

Hace un tiempo publiqué en este blog un relato titulado "Zombie 3G".
Este es una continuación directa de aquel. Espero que sea de vuestro agrado.







Por eso, en un solo día, caerán sobre Babilonia las plagas que merece: peste, llanto y hambre. Y será consumida por el fuego, porque el Señor Dios que la ha condenado es poderoso".

(Apocalipsis:18,8)



I
Me levanto de la silla donde he permanecido inmóvil durante más de dos horas para acercarme a la mesa, pero los cables que llevo conectados a mi cabeza me impiden dar más de dos pasos.

-aaagggg!!

El doctor Mora aparta la mirada de sus gráficos y la fija en mi con expresión asustada. Aún no se ha acostumbrado del todo a mi compañía, y eso que lleva tres semanas trabajando conmigo. Su cara se suaviza con una sonrisa cuando me ve señalando la pizarra. Me la entrega junto a una tiza.

La pizarra es el instrumento con el que me comunico. Mis cuerdas vocales se han atrofiado y ya no puedo emitir más que gruñidos. Aunque, desde que me convertí en un zombi, solo me he comunicado con los médicos que me están estudiando.

Cojo la tiza y empiezo a escribir con dificultad. Mi mente sigue clara como antes de mi conversión, pero mi cuerpo está cada día más torpe.

-”¿Que me oculta, doctor. Que ha descubierto?”- escribo.

El mira la pizarra y hace un mohín.

-¿Que le hace suponer que le oculto algo?

Como respuesta, señalo mis ojos, luego le señalo a él y finalmente, de nuevo a mis ojos.

-Comprendo. Lo lee en mis ojos. ¿Es eso?

Afirmo con la cabeza.

-¿Tan evidente soy?

Nueva afirmación.

-No estoy autorizado a hablar de esto con usted.

Esta vez, el que hace un gesto de disgusto soy yo.

-Pero, ¡que diablos!. Si alguien tiene derecho a saberlo, ese es usted.

Se dirige a la puerta del laboratorio y se asegura que está cerrada, luego coge una silla y se sienta frente a mi. Permanece en silencio unos segundos, por su expresión deduzco que está poniendo en orden sus ideas.

-Hasta ahora, suponíamos que los de su especie, devoraban a los humanos solo por instinto, y que en realidad no necesitaban alimentarse. Ahora, gracias a usted, sabemos que eso no es del todo cierto.

Me pilla por sorpresa, desde que me convertí no he comido nada y ya hace casi un mes de eso. Le dirijo una mirada interrogadora.

-¿Se ha preguntado porqué su sangre sigue en estado líquido a pesar de que su corazón esta parado? ¿Porqué no se ha coagulado?

No se que responder a eso. La verdad es que los últimos días mi sangre se ha ido espesando y la putrefacción de mi cuerpo se ha acelerado.

-Vera,-continua- hemos descubierto que el mismo virus que revive a los muertos, causa una mutación en el cerebro del individuo. Esa mutación hace que el cerebro fabrique una encima que impide la coagulación, y no solo eso, además hace que los músculos se regeneren. Esa encima se crea a partir del consumo de una proteína determinada, una proteína que solo existe en el cuerpo humano. Por eso los suyos solo atacan a los humanos, buscan esa proteína para sobrevivir.

Cojo mi pizarra y escribo.

-”¿Si me como a una persona me regeneraré?

-¡Santo cielo, espero que no sea esa su intención! Pero ya que lo pregunta, si, se regeneraría.

Ahora comprendo porque eran tan reacios a contarme nada.

-El virus muta cada vez que se transmite. Eso es lo que hace que los de la segunda generación conserven algunos de sus recuerdos y que usted, como zombi de tercera generación conserve todos los suyos. Por cierto, por mucho que hemos buscado, no hemos encontrado a otro como usted, es posible que sea el único.

Cojo de nuevo la pizarra.

-”Gracias por sincerarse conmigo, Dr. Mora.”

-No hay de que.

-”Aún hay otra cuestión.”

-¿De que se trata?

-”Veo que todo el mundo está muy nervioso últimamente.”

-Bueno...

-”Sin duda, porque el numero de zombis que rodea el refugio esta aumentando cada día.”

-¿Como puede saber eso?

-”Los presiento. Están aquí por mi.”

-Eso es lo que suponemos. Si aceptan a un segunda generación como líder, ¿como le considerarán a usted?

-”Si me voy de aquí, ellos me seguirán y ustedes estarán a salvo.”

-No podemos estar seguros de eso.

-”Yo lo estoy. Me seguirán. Lo sé.”

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II

Dos días después, el doctor Mora entra en la celda acompañado de dos hombres armados. Antes de acercarse a mi, les hace una seña y se quedan en la puerta, en actitud relajada, pero con sus armas a punto.

-Expuse su teoría a los líderes- me dice.

Le interrogo con la mirada.

-Ahí fuera ya hay reunidos varios cientos de zombis, tal vez superen el millar y su número aumenta. Nuestros líderes creen que debemos intentarlo, aunque sea a costa de perderle a usted. Es una lástima, nos ha ayudado mucho en nuestras investigaciones.

No hago nada para facilitarle el trámite. ¡Que se vaya al diablo! Ya me he cansado de que urge en mi cuerpo y en mi cerebro.

-Sigame- dice.

Lo hago y los dos hombres armados se ponen detrás de mi. Avanzamos por un largo pasillo que lleva a un ascensor.

-Adiós- dice Mora- y buena suerte.

Entro en el ascensor y pulso el botón que me lleva al nivel de la calle, cruzo otro pasillo y salgo al exterior.

Están allí, esperándome, y cuando me ven, un gruñido de expectación sale del fondo de sus gargantas.

Empiezo a andar y ellos se apartan haciéndome un pasillo por el que puedo avanzar fácilmente y luego cierran filas tras de mi y siguen mis pasos. Por el camino, otros grupos se nos unen.

Tardamos todo el día en atravesar la ciudad. Un par de kilómetros más allá del límite municipal se eleva una pequeña colina, al verla me giro, hago un gesto y todos mis seguidores se detienen. Subo solo a lo alto de la colina y observo al grupo.

Se extienden por toda la carretera, los que avanzan en último lugar apenas si han traspasado el límite municipal. Deben ser cientos de miles, tal vez más de un millón. Siento sus miradas clavadas en mi y se lo que esperan que haga por ellos.
Observo desde mi posición un pequeño tumulto que va avanzando, me doy cuenta de que es un pequeño grupo de ellos abriéndose paso hacia las posiciones de vanguardia.

Desciendo de la colina y espero que lleguen hasta mi. Son cuatro, que antes fueron tres hombres y una mujer. Puedo reconocerlos como individuos de segunda generación. Llevan con ellos a un humano vivo, una mujer que aparenta unos cuarenta años.

La empujan hacia mi y ella cae de rodillas. Nuestras miradas se cruzan y veo terror en sus ojos, un terror que proviene del entendimiento que ve en los míos.

Acepto el regalo y cuando sacio mi hambre dejo que los cuatro terminen lo que he empezado. Miro a mis seguidores y entonces lo comprendo.

Si, finalmente, lo comprendo todo.

III

No me ha costado mucho organizarlos, es como si me leyeran el pensamiento, saben lo que quiero de ellos sin necesidad de palabras.

Llevamos tres días esperando ocultos y por fin ha llegado el momento, las puertas del refugio se abren, han organizado una de sus razzias para conseguir víveres.

Dejo que salga el primero de los vehículos y lanzo a los míos al ataque. Los pillamos por sorpresa, conseguimos entrar y yo bloqueo las puertas. Nos confrontan, algunos de los míos caen, pero nuestro número es muy superior y acabamos con ellos.

Pronto invadimos los niveles inferiores. Ellos se defienden, pero solo son unos ochocientos humanos en total. No tienen ni una posibilidad.

El último nivel es el laboratorio. Mi pueblo no tarda en traspasar sus puertas y abalanzarse sobre sus ocupantes. Solo uno de ellos se libra del ataque, mi pueblo sabe que lo quiero para mi en el mismo instante en que lo pienso.

Temblando de pies a cabeza en un rincón esta el Dr. Mora que me reconoce al instante cuando me paro delante suyo.

-¡Usted!

-Si Dr. soy yo.

-¡Habla!

-Claro, mis cuerdas vocales se han regenerado, ya que me he alimentado.

-¿Porqué? ¿Porque traiciona así a los suyos?

-¿Los míos, Dr.? Ellos son los míos ahora. ¿Es que no se da cuenta?

-Pero los que estamos aquí eramos sus amigos.

-Ya veo que no lo entiende.

-¿Que debo de entender?

-Usted me formuló una pregunta el día que me contó lo de la encima. Si ellos ven a un segunda generación como un líder, ¿qué verían en mi?

Sus ojos se abren mostrando más asombro que pánico. Creo que empieza a comprender.

-Si, Dr. Ven en mi a un rey.

-Y un rey debe preocuparse por sus súbditos. Por eso los a traído hasta aquí.

-Así es. Y cuando acabemos aquí buscaremos otros refugios. Se que debe de parecerle horrible, monstruoso, pero mírelo desde mi perspectiva.

-¿Su perspectiva?

-Se que para usted somos monstruos, pero se equivoca. Nosotros somos ahora la especie dominante en el planeta y ustedes no son más que una pequeña minoría que intenta acabar con nosotros. ¿No les convierte eso a ustedes en los monstruos?

Como usted bien dijo, un rey debe procurar por sus súbditos, y yo tengo la intención de ser un buen rey para mi pueblo. Alegre esa cara Dr, tendrá usted el honor de ser el plato principal en la mesa del rey.


FIN



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