viernes, 27 de julio de 2012

Sangre Pura (Crossover)


      Memorias de un vampiro
Especial verano 2012 (I)
Sangre Pura - Cap.1


Soy Víctor, el vampiro. Muchos de vosotros ya me conocéis gracias a la publicación de mis anteriores aventuras. Los hechos narrados en este escrito empezaron unos seis meses después de que Ruth, mi compañera, y yo regresáramos de nuestra aventura en Haití.

Seguíamos viviendo junto a Marcos y Sandra, otra pareja de vampiros que también recordareis. Por otro lado, Héctor y Thomas también se habían instalado en la gran manzana desde hacía menos de un mes, en un apartamento cercano a Central Park.

De alguna manera, todos los vampiros con los que me había relacionado desde mi conversión habían acabado juntos en el mismo punto geográfico. Eso me daba una sensación de seguridad, eramos como una familia cuyos miembros permanecían cerca unos de otros para ayudarse en caso de necesidad. Poco podía yo sospechar los hechos que envolverían a esa familia, junto a otros curiosos personajes, en otra extraña aventura.

Todo empezó una madrugada en que Ruth y yo regresamos a casa después de nuestras correrías nocturnas y nos encontramos a Sandra sola y muy asustada.

-¿Sandra, qué sucede? ¿Donde está Marcos?-pregunté.

-No lo se. Nos separamos porqué yo quería ir de compras y a el no le apetecía. Al volver me he encontrado la casa vacía. Está a punto de salir el sol y aún no ha dado señales de vida.

-Marcos nunca sale sin su móvil. ¿Le has llamado?

-Varias veces. No responde.

Le llamé usando mi propio móvil pero me respondió la centralita diciendo que el aparato de Marcos estaba apagado o fuera de cobertura. El sol ya se había levantado por encima del horizonte, podíamos sentirlo aunque las ventanas estaban bien cerradas. El sueño diurno nos dominaba, nada podíamos hacer en esos momentos así que aconsejé a las chicas que nos acostáramos y que la noche siguiente buscaríamos a Marcos.

-No te preocupes-le dije a Sandra.-Marcos sabe cuidarse. Seguro que mañana le encontraremos y nos dará una explicación.

Nos despertamos todos al ocaso. Eso es normal en mi, pero tanto Ruth como Sandra siempre despiertan casi una hora después del anochecer, eso era una prueba de lo preocupados que estábamos todos. Esperamos un par de horas por si volvía nuestro amigo, pero no apareció y su móvil seguía sin cobertura, por lo que salimos a la calle para buscarle.

Sandra nos llevó hasta el lugar en que se separaron la noche anterior y entre todos empezamos a seguir el rastro del aura de Marcos. Entre los tres nos fue fácil seguir la pista, que nos llevó hasta el metro.

-Ya sé donde encontrarlo-dije.- Seguro que se habrá refugiado en la misma estación abandonada que usé yo la noche en que me atacó Victoria.

Nos adentramos en los túneles, por suerte a aquellas horas había poca gente y no llamamos la atención. Al llegar a la estación descubrimos a Marcos acurrucado en un rincón.

Algo extraño le había pasado. Su negra cabellera se había vuelto blanca y profundas arrugas cruzaban su rostro, tenía el aspecto de un anciano.

-¿Qué te ha pasado, quién te ha hecho esto?-preguntó Sandra entre sollozos abrazándolo.

-No lo se-respondió con voz temblorosa.- Estaba alimentándome con una hermosa jovencita cuando sentí un pinchazo en el cuello. Me llevé la mano a ese punto y encontré esto.

Marcos nos mostró un pequeño dardo de madera, de unos tres centímetros.

-Inmediatamente empecé a sentirme mal, mareado y desorientado-dijo.- No se como me encontré frente a una entrada del metro, estaba a punto de amanecer, recordé como llegar hasta aquí por las indicaciones que me dio Víctor hace tiempo y busqué este refugio.

Estudié el dardo pero nada en su aspecto me dio ninguna pista. Lo acerqué a mi nariz y sentí un olor peculiar que no me recordó a nada conocido.

Ayudamos a Marcos a levantarse, estaba tan débil que casi no podía caminar. Salimos al exterior y con la ayuda de los demás, Marcos consiguió alimentarse. Elegimos a un hombre joven y fuerte para que su sangre le diera más energía. Su aspecto mejoró ligeramente, sus cabellos que un momento antes eran blancos se volvieron grises y las arrugas de su rostro se atenuaron un poco.

-¿Qué haremos ahora?-preguntó Sandra.

-¿Ninguna de vosotras se ha encontrado nunca con algo parecido?-pregunté.

Ambas negaron con la cabeza.

-Entonces propongo que consultemos con Héctor y Thomas. Héctor tiene casi dos mil años, tal vez haya visto antes estos síntomas y Thomas era un erudito del Club Jano antes de que yo lo convirtiera. Con suerte, uno de los dos podrá darnos una solución.

Por el camino llamé a Thomas. Le expliqué lo sucedido y le avisé de que íbamos para allá.

-Espero que no suponga un problema.-dije recordando el elevado sentido de la territorialidad de Héctor.

-Tranquilo-respondió.- Hablaré con el. Además, ya sabes que le tiene un cariño especial a Marcos, después de todo él le creó.

Ni Héctor ni Thomas habían visto algo parecido.

-No se que pueda ser-dijo Héctor.-Jamás he visto algo parecido ni he oído hablar de ello.

-Yo tampoco-añadió Thomas.- Pero el uso de este tipo de armas parece el estilo de Causa Aquea.

-Pero no podemos estar seguros-dije.

-No, pero este dardo es la única pista que tenemos, a través de él podríamos encontrar al causante del mal que padece Marcos.

-¿Y como vamos a hacerlo? Ese dardo lo ha disparado un humano, ya que no tiene restos de aura alguna.

-Pues contratando a un experto.

-¿Un experto?

Thomas buscó en su billetera y extrajo una tarjeta de visita y me la tendió. La cogí y pude leer:

JOHN SMITH
V.P.I.
555-4376
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John Smith V.P.I.
Especial verano 2012
Sangre Pura - Cap. 2

Soy Nadia Sirinova, licántropa y ayudante del detective vampiro John Smith. Espero que nos recordéis a ambos por nuestra aventura contra el demonio primigenio Gort.

Estaba ultimando el informe sobre ese caso para nuestros archivos cuando sonó el teléfono.

-Despacho del detective Smith, le habla Nadia. ¿En qué podemos ayudarle?

-Al habla Thomas Simpson. ¿Puede ponerme con John?

-Un momento, no cuelgue por favor.- Tapé el auricular con la mano y le hice una seña a John que estaba leyendo el periódico al otro lado del despacho.

-¿Quién es?-preguntó.

-Un tal Thomas Simpson, quiere hablar contigo.

-¿Thomas? Ya te hablé de él.

-¡Oh, ese Thomas!

-Pásamelo.

Pasé la llamada al terminal de John y estuvo un buen rato escuchando.

-Acepto el caso, amigo. Vamos para allá enseguida.

John anotó la dirección que le dio Thomas y partimos sin demora. Durante el trayecto me explicó el caso del vampiro Marcos.

-Debemos encontrar a la persona que lanzó ese dardo y, si es posible, el antídoto.

Llegamos al lugar y Thomas hizo las presentaciones. Al principio me sentí un poco alterada entre tantos chupasangres, pero al rato vi que no tenían nada contra mi, mas bien parecía divertirles que uno de su especie estuviera aliado con un licántropo.

El llamado Héctor, al cual los demás parecían respetar mucho, entregó el dardo a John, que lo estudió detenidamente.

-Nunca había visto un arma de estas características, a excepción de las películas. Parece el típico dardo que se lanza con una cerbatana.

-Eso habíamos pensado nosotros-dijo Thomas.- Sospecho que puede ser cosa de Causa Aequa.

Ante la extrañeza de John, Thomas nos puso en antecedentes sobre esa organización. (1)

-Bien, veré que puedo averiguar. Os mantendré informados. Me llevaré el dardo, puede hacerme falta.

-No hay problema-dijo Héctor.-Ten, aquí tienes tu anticipo. No repares en gastos, el dinero no es problema.

-Bueno es saberlo. Vamos, Nadia. Tenemos trabajo.

De vuelta al despacho John conducía en silencio, pensativo.

-¿Por donde crees que debemos empezar?-pregunté.

-La verdad, ni idea. Por lo que sabemos de esa organización, el tipo que disparó ese dardo puede llevar años en la ciudad y tener una buena tapadera. Y no creo que la red habitual de soplones puedan ayudarnos, no se trata de mafiosos, no creo que nadie haya oído hablar de ellos.

-Puedo intentar seguir su rastro.

-¿Serás capaz? El aura de un humano apenas deja rastro y se difumina rápidamente.

-Me refiero a su olor. Pero antes tendré que transformarme para identificarlo, demasiada gente ha tocado ese dardo y en mi forma humana mis sentidos no son tan finos.

-Bien, vale la pena intentarlo.

Al llegar al despacho John me entregó el dardo. Lo olisqueé pero, como supuse, no pude separar los distintos olores que lo impregnaban. Me saqué el vestido antes de transformarme.

-¿Porqué haces eso?

-John, ahora mido 1,70, pero en mi forma lupina alcanzo los dos metros. Ese vestido es de Prada, no pienso destrozarlo.

Me transformé ante la pasmada mirada de John, era la primera vez que veía el cambio, creo que quedó muy impresionado.

-¡Vaya, es increíble!

No respondí, en mi forma lupina es imposible pronunciar palabras humanas. Cogí el dardo y lo acerqué a mi hocico. Esta vez pude distinguir perfectamente los diferentes olores que impregnaban el pequeño objeto, distinguí el olor de cada uno de los vampiros del grupo que nos contrató, así como el de John y el mio propio. Entre todos ellos había dos que aún no había identificado, uno era sin duda el del veneno que estaba afectando a Marcos, el otro era un rastro humano, solo podía ser del hombre que había disparado el dardo. Regresé a mi forma humana.

-Lo tengo, si lo encuentro de nuevo podré identificarlo.

-De acuerdo, buen trabajo. Vístete y vamos al lugar donde Marcos recibió ese dardo.

Cuando llegamos al lugar, encontramos un cordón policial. Sin duda habían encontrado el cadáver de la chica a la que había atacado Marcos. No fue ningún obstáculo, pude encontrar el rastro, una vez identificado el olor puedo seguirlo incluso en mi forma humana.

El rastro nos llevó hasta un edificio de apartamentos sin vigilancia, solo con portero automático. John usó una ganzúa para entrar al vestíbulo e inspeccionó los buzones.

-¿Qué buscas? No sabemos el nombre de ese tipo.

-No estoy seguro. Tal vez...¡Aquí! Ese es.

Miré el buzón que señalaba mi compañero.

Peter Rock / 8º-5ª.

-¿Qué te hace suponer que es él?

-Recuerda que están financiados por el Vaticano, esos tipos son fanáticos religiosos.

-¿Y...?

-Jesús le dijo a Pedro que él sería la piedra sobre la que levantaría su iglesia. Peter es Pedro en inglés. Pedro significa piedra. Y el apellido es Rock, es decir roca. Está claro que es un nombre falso.

-¿Vamos por el?

-No, es tarde, faltan solo un par de horas para el amanecer y yo aún no he cazado. Volveremos mañana, cuando tengamos toda la noche por delante para hacerle hablar.

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La noche siguiente volvimos al lugar y subimos al 8º piso y nos detuvimos en la puerta 5.

-Tenías razón-dije.- Es aquí, su olor impregna el lugar.

John pulsó el timbre.

-¿Quién es?- se oyó.

-¿Sr. Peter Rock? Somos de la compañía del gas.

Se abrió la puerta y pudimos ver a un hombre alto y fornido, de pelo negro muy corto. Sin darle tiempo a nada, John le atizó un directo a la mandíbula que le hizo perder el conocimiento. Lo llevamos al interior del apartamento y le atamos a una silla. John lo despertó con un par de cachetes.

-¿Quién sois, qué queréis?-preguntó.

John se puso frente a él y le mostró el dardo.

-Empieza a hablar o atente a las consecuencias.

-No diré nada.

-Mira, muchacho. Soy un tío pacífico, no me gusta nada la violencia, pero mi compañera es muy distinta. Si no empiezas a hablar tendré que dejarte en sus manos.

El tipo me miró y sus labios dibujaron una sonrisa.

-¡Huuuuy, qué mieeeeedo!

-Muy bien, tu lo has querido. Nadia, es todo tuyo.

Me puse frente a él y me transformé. En previsión, me había vestido con ropa holgada, así que no tuve que desnudarme en esta ocasión. El tipo se orinó encima y empezó a cantar como un jilguero.

Averiguamos que el veneno había sido sintetizado en un laboratorio del Vaticano. Actuaba destruyendo los glóbulos rojos de la sangre, literalmente transformaba la sangre en agua, de forma lenta pero continuada. No existía ningún antídoto. Encontramos un pequeño frasco con una muestra del veneno en el cajón de un mueble. Fue todo lo que pudimos sacarle, no sabía nada más.

-¿Qué vamos a hacer ahora con él?-pregunté.

-No te preocupes, yo me encargo. Vete, espérame en el coche.

Así lo hice, al poco rato John salió del apartamento y puso el coche en marcha. No quiso decirme lo que había hecho con Peter Rock, pero esa noche, John no salió de caza.

Regresamos al apartamento de nuestros clientes y John les hizo un informe de lo que habíamos averiguado y les entregó el frasco con el veneno.

-Supongo que pueden hacerlo analizar por un laboratorio, pero tendrán que dar muchas explicaciones, tendrán que buscar a alguien de confianza.

Héctor cogió el frasco y lo estudió durante un rato.

-¿Se os ocurre algo?- preguntó a los demás.

El llamado Víctor cogió el frasco de las manos de Héctor y sonrió.

-Creo que conozco a la persona perfecta para ayudarnos. Además, me debe un favor.



(1) Ver Causa Aequa (Memorias de un vampiro-3)
Memorias de un vampiro
Especial verano 2012 (II)
Sangre Pura - Cap. 3

-Vamos a ver, Víctor. ¿A quién conoces que pueda ayudarnos en este asunto?- me pregunto Héctor cuando John y Nadia se marcharon.

-Ruth, Sandra y Marcos también la conocen, y Thomas y tú habéis oído hablar de ella.

-¿Ella? ¿Es una mujer?

-Fue una mujer pero ya no lo es. Está bien, no pongáis esas caras, os diré de quien se trata. Estoy hablando de Victoria.

-¿Victoria?-preguntó Thomas.- ¿La bruja que te ayudé a combatir? (1)

-Y a la que luego ayudamos a recuperar sus cosas para su heredera. Por eso digo que me debe un favor. (2)

-¿Quieres pedir ayuda a un fantasma?

-Fantasma o no, es una bruja. Seguro que sabe mucho de venenos.

-No me convence mucho-dijo Ruth.

-Tampoco perdemos nada con probarlo.

-Que lo intente-dijo Sandra.- Lo que sea con tal de curar a Marcos. Pactaré con el mismo diablo si hace falta.

Dicho y hecho. Cogí el coche y me encaminé a la casa donde vivían la hermana y la sobrina de Victoria. Aparqué frente a la casa y esperé.

-¿Qué estas haciendo aquí, sanguijuela?

El fantasma de Victoria había aparecido de pronto en el asiento del copiloto.

-Hola, Victoria. ¿Que tal Vanessa, es buena alumna?

-Aprende deprisa. ¿Qué quieres?

-Tu ayuda, para salvar a un amigo.

-¿Porqué tendría que ayudarte?

-Me lo debes. Por recuperar tus cosas.

-Odio admitirlo, pero tienes razón. El código de mi hermandad me obliga a pagar esa deuda. ¿De qué se trata?

Le expliqué el caso.

-¿Tienes el veneno aquí?

Le mostré el frasco.

-Sígueme.

Victoria me guió a través del jardín de la casa hasta la parte trasera. Allí vi una gran caja que contenía varios juguetes de la niña.

-Deja el frasco dentro de la caja. Mañana haré que Vanessa lo recoja y lo analice bajo mi dirección. Por la noche tendré el resultado.

Hice lo que me pedía y regresé a casa a comunicarles a los demás lo que Victoria me había dicho.

--------------

La noche siguiente no tuve que desplazarme. Victoria se presentó en nuestra casa. Parece ser que no quería a ninguno de nosotros cerca de Vanessa. Pude comprobar que, al igual que yo, todos mis compañeros podían ver y oír a Victoria.

-¿Qué tienes?-pregunté.

-El veneno está compuesto por los alcaloides de varias plantas más algunos componentes químicos artificiales. Es muy potente y de composición muy compleja. Tardaría varios años en sintetizar un antídoto.

-¿Quieres decir que Marcos no tiene cura?-intervino Sandra. -No puedo aceptarlo.

-No he dicho eso. Hay una posibilidad.

-Habla.

-Con vuestra especie, todo se reduce a una sola cosa. La sangre. Si Marcos toma un poco de sangre pura se curará.

-¿Te refieres a un “pura sangre”, un nacido vampiro?- dijo Thomas.

-Si.

-Los pura sangre no existen, son una invención literaria. Todos los vampiros han sido convertidos por otro vampiro. Incluso Héctor, el mas anciano de nosotros.

-¿Todos?-preguntó Victoria mirándome directamente.

-Todos, excepto el primero-respondí comprendiendo a que se refería.

-¿Os referís a Artán?-intervino Thomas.-Pero Artán está muerto, se suicidó en el siglo II. (3)

-Conozco un hechizo con el que puedo enviar la forma astral de uno de vosotros a los tiempos en que Artán fue convertido.

-¿Y qué solucionaríamos con eso? Aunque el viajero encontrara a Artán y le convenciese de darle algo de su sangre... ¿como traerla hasta aquí?

-El viajero astral podrá poseer, durante breves periodos de tiempo, a otras personas. Si la persona poseída bebe la sangre del primigenio, el viajero podrá traer en su forma astral las cualidades de la misma, pasándolas a su cuerpo. Marcos solo deberá beber del cuerpo del viajero.

-¿Porqué no enviar al propio Marcos?

-Está demasiado débil. Si lo separamos de su cuerpo morirá.

-Iré yo-dijo Sandra.-Es mi compañero, el hombre al que amo. Yo debo hacer ese viaje.

Victoria miró a Ruth.

-Tendré que poseerte durante un rato.

-¿Porqué, y porqué a mi?

-Para formular el hechizo, necesito pronunciar fórmulas y realizar pases mágicos, para ello necesito un cuerpo, y ha de ser un cuerpo femenino. Si la que va a viajar es Sandra, solo quedas tú.

A regañadientes, Ruth aceptó.

-¿Qué seguridad tengo de que abandonarás mi cuerpo cuando termines?

-Tranquila, tu cuerpo no me interesa, además, tengo otras obligaciones en otra parte.

Sin más dilación vimos como el espíritu de Victoria se introducía en el cuerpo de Ruth. En ese momento algo cambió en el aspecto de mi compañera. Lo más destacable fueron sus ojos, que pasaron del azul al verde esmeralda que tenían los de Victoria. También su rostro cambió, pero fue un cambio sutil, continuaba siendo el rostro de Ruth pero, de algún modo, no lo era.

-Necesitaré velas-dijo.

Sandra sacó dos velas de un cajón y se las entrego a Victoria/Ruth. Esta se sentó en el suelo y le indicó a Sandra que hiciera lo propio frente a ella.

-Te enviaré a donde deseas ir, cuando hayas cumplido tu misión solo debes desear volver a tu cuerpo y regresarás de inmediato. Debes comprender que hay peligro. Si algún hechicero de esa época te detecta, podría retenerte y ya no podrías volver.

-Me enfrentaré a lo que sea.

-Bien, empecemos.

Victoria/Ruth se sentó en el suelo, hizo que Sandra se sentara frente a ella, puso la vela en una palmatoria y la encendió dejándola entre las dos. Cerró los ojos y empezó a murmurar en una lengua extraña. Sus manos se movían adoptando poses imposibles en una extraña danza estática mientras el murmullo se fue transformando en un cántico. Poco después, pudimos ver como la forma astral de Sandra se separaba de su cuerpo, permanecía durante unos segundos flotando en el aire y finalmente se difuminaba.

Victoria se separó de Ruth, que emitió un profundo suspiro, como si hubiera estado aguantando la respiración.

-Mantened la llama encendida, esa llama es su guía. Si la vela se consume, encended otra con la llama de la primera y colocadla en su lugar. Ya nada más puedo hacer.

Me miro directamente.

-Estamos en paz-me dijo.

-Estamos en paz-respondí.

-Recordad, que no se apague la llama.

Y de golpe, desapareció.



  1. Ver La bruja (Memorias de un vampiro-6)
  2. Ver Reencuentros (Memorias de un vampiro-9)
  3. Ver El Primigenio (Memorias de un vampiro-5)




Arex de Vanaheim
Especial verano 2012
Sangre Pura Cap.4

Arex y Asha estaban en una taberna bebiendo sendas jarras del fuerte vino aristano, celebrando el éxito de su aventura en Tierras Baldías. (1)

De pronto, Arex observó un repentino cambio en la mujer. Su rostro experimentó un cambio, era un cambio sutil, casi inexistente, seguía siendo el rostro de Asha, pero no lo era. Notó como el vello de su nuca se erizaba a causa del temor que le producía la brujería cada vez que se topaba con ella.

-¿Quién eres, qué has hecho con Asha?

-Eres muy observador. ¿Cual es tu nombre?

-Soy Arex.

-Mi nombre es Sandra. Tranquilo, tu compañera está bien. No puedo permanecer mucho rato dentro de su cuerpo, así que me daré prisa, necesito vuestra ayuda.

-¿Nuestra ayuda para qué? No me gusta mezclarme con la brujería.

Sandra explicó a Arex los motivos de su presencia en ese tiempo.

-Puedo simpatizar con la fidelidad que tienes con los tuyos, pero ¿Porqué debo ayudarte? No eres mas que una especie de demonio asesino.

-Por lo que puedo leer en la mente de Asha, tú también has matado a muchos hombres.

-Es diferente, yo no me alimento de ellos.

-Te pagan por matar y usas ese dinero para comprar comida. Te alimentas de esas muertes, como yo.

-No lo veo de ese modo.

-Os pagaré.

-¿Como? Dices que solo has viajado con el espíritu. No has podido traer nada contigo.

-Veo en la mente de Asha que además de mercenarios, sois ladrones y que queríais robar una joya en un palacio de esta ciudad, pero habéis desistido porqué esta demasiado bien custodiada.

-El corazón rojo. Un rubí grande como mi puño.

-Os ayudaré a robarlo, a cambio me ayudareis a encontrar a Artán. Asha cree que es un buen trato. Además, ¿Que importa lo que podamos hacer mis amigos y yo? Nos separan 12.000 años, no os afectará en nada.

En ese momento Asha soltó un profundo suspiro y su rostro recuperó la normalidad.

-¡Por Lug y por Lida, que experiencia tan rara!

-¿Asha?

-Si, soy yo. Sandra me ha liberado, pero por lo que se de ella aún esta junto a nosotros.

-¿De verdad crees que es un buen trato aliarnos con ese demonio?

-No es un demonio, créeme, he visto su mente como ella ha visto la mía. Es una víctima, no escogió ser lo que es, fue convertida por otro ser como ella.

-Sabes que soy reacio a relacionarme con la brujería, recuerda nuestra experiencia en el templo de Sharag. (2)

-Miralo de este modo: es alguien que ha emprendido un peligroso viaje para ayudar a un amigo. ¿No te aliarías tú con cualquiera por ayudar a un amigo?

-Esta bien, si esa Sandra nos consigue el corazón rojo, buscaremos al tal Artán para ella.

-Sabia que entrarías en razón. Vamos, Sandra tiene un buen plan, antes de que amanezca el corazón rojo será nuestro.

Arex siguió a Asha fuera de la taberna. Cuando entraron en el barrio donde los nobles y los ricos tenían sus residencias comprendió que se dirigían al palacio del duque Feng, propietario del corazón rojo. Dieron la vuelta a la casa y se detuvieron frente a una puerta trasera.

-¿Cual es el plan?

-Espera y verás, será el robo más fácil de tu vida.

Tras unos minutos de espera, la puerta se abrió y apareció uno de los guardias que custodiaban los tesoros de Feng. Arex llevó instintivamente su mano al puño de la espada, pero se detuvo al observar que el hombre llevaba la joya en sus manos.

Entregándosela a Asha dijo- Volved a la taberna, yo me reuniré con vosotros en unos momentos.-Cerró la puerta y oyeron como volvía al interior del palacio. Arex lo comprendió todo enseguida, Sandra había poseído al guardia para robar la joya.

Volvieron a la taberna y esperaron. Media hora después, Arex volvió a percibir el extraño cambio en el rostro de Asha.

-Ahora ya tenéis la joya. ¿Me ayudareis?

-Un trato es un trato. ¿Por donde empezamos?

-Por un país llamado Nubia. Por unos documentos que sobrevivieron hasta mi época, sabemos que Artán fue transformado allí, en un templo del dios Seth.

-Nubia es un país muy grande. Podríamos empezar por Kaurón, la capital, allí es donde hay los templos más grandes y donde se concentran los hechiceros más poderosos.

-Pues a Kaurón, entonces.

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Tardaron quince días en llegar a Kaurón. Durante el viaje Arex y Asha consiguieron vender la joya a un comerciante de Nissia, el país vecino de Nubia, y ahora sus bolsas estaban repletas. Sandra, que estaba encantada por poder ver de nuevo el sol, que no le afectaba en su forma astral, no había vuelto a poseer a Asha pero esta había desarrollado la capacidad de sentir la presencia de la vampira, de modo que sabía que estaba con ellos y que oía todo lo que hablaban.

Buscaron alojamiento y dejaron los caballos en un establo, después se encaminaron a la zona de los templos.

El templo de Seth era enorme y estaba adornado con placas de oro y piedras preciosas procedentes de todas partes del mundo. Dentro, una estatua de medidas colosales presidía la estancia de oración. Representaba a una cobra y estaba recubierta con pan de oro y su ojos eran dos enormes rubíes. Un sacerdote vestido con una túnica negra reparó en su presencia y se acercó a ellos.

-Sed bienvenidos al templo de Seth, peregrinos. ¿En qué puedo...? ¡Ooooh! ¿Quién eres tú?

El sacerdote miraba a algún punto al lado de ellos, comprendieron que podía ver a Sandra y hablaba con ella.

-¿Puedes verme y oírme, sacerdote?-preguntó Sandra sorprendida.

-Puedo verte, si, y oír tus palabras. Veo que eres una de las hijas de Seth. Y veo que vienes de un lugar muy alejado en el tiempo.

-¿Como me has llamado?

-Así llamamos a los de tu raza. Los hijos de Seth. Os consideramos hijos de nuestro dios ya que él creó al primero de vosotros.

-Precisamente estoy aquí para encontrar a Artán. ¿Puedes ayudarme?

-Claro, haré lo que sea por ti, será un honor.

-Entonces habla, dile a mis acompañantes donde podemos encontrar a Artán.

-Los sacerdotes de Seth le hemos seguido la pista desde que marchó de este país. Ahora reside en Nicos, la capital de Nicosia. Vive en un palacete en el centro de la ciudad.

-Gracias, sacerdote.

-Cuando lleguéis, uno de los nuestros os estará esperando, él os llevará hasta Artán.

-¿Como sabrá ese hombre a tiempo de nuestra llegada?-preguntó Arex.

-Tenemos mensajeros mucho más rápidos que los caballos o los barcos. Mensajeros que no son de este mundo.

-¡Más brujería! Que ganas tengo de que acabe todo esto.

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Una semana después, tras dos días en barco y tres a caballo durante los cuales tuvieron un breve encuentro con una cuadrilla de salteadores de caminos quienes se arrepintieron de su decisión de atacar a la pareja, llegaron a Nicos. Su llegada no pasó desapercibida y mientras paseaban entre la multitud del mercado un hombrecillo vestido con una túnica negra se acercó a ellos.

-¿Sois Arex y Asha?

-Lo somos-respondió Arex.-Tu debes ser el sacerdote de Seth que nos esperaba.

-Mi nombre es Aleb. ¿Esta la hija de Seth con vosotros? No sabéis como lamento no tener el poder de mi hermano de Nubia y no poder verla.

-Ella está aquí-respondió Asha.

-Bien, nos encontraremos aquí mismo al anochecer, entonces os llevaré hasta Artán.

-¿Porqué esperar hasta entonces?

-El sol es letal para los hijos de Seth. Si queréis hablar con Artán debe ser de noche.

-Es cierto, lo olvidé.

-No lo olvidéis, aquí, al anochecer.

Aleb dio media vuelta y desapareció entre la multitud.

-Bien-dijo Arex- aprovechemos para comer algo. Con suerte, esta noche acabaremos por fin con este asunto.

Al anochecer se encontraron con Aleb, el cual les guió por la ciudad hasta una casa de dimensiones considerables. Sin duda Artán debía poseer una fortuna.

-Ahora os dejo. Mi deber acaba aquí, lo que queráis de Artán debéis pedírselo vosotros.

Arex, Asha y Sandra le vieron marchar. Arex llamó a la puerta.

Al poco rato abrió un hombre alto y atractivo, casi tan musculoso como Arex, ojos oscuros y pelo negro que llevaba muy corto, a la moda de Nicosia. Sandra reconoció su aura vampírica.

Era Artán.

-¿Quién sois y qué...? ¡Diablos!-Artán estaba mirando a Sandra con cara de asombro. -Vienes de muy lejos, pequeña.

-Tenía muchas ganas de conocerte, Artán. Me llamo Sandra, ellos son Arex y Asha.

Artán volvió la vista hacia los dos humanos.

-Perdonad mi descortesía, pasad por favor.

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-¡Doce mil años! Veo que mi estirpe ha llegado lejos- dijo Artán después de escuchar la historia de Sandra.- Por supuesto que te ayudaré. ¿Qué debemos hacer?

Una vez más, Sandra tomó posesión del cuerpo de Asha y habló a través de sus labios.

-Solo necesito un poco de tu sangre. Ponla en un recipiente para que yo pueda tomarla a través de Asha.

-Un momento-intervino Arex.- ¿Como afectará esto a Asha?

-No os preocupéis. Las cualidades de la sangre de Artán, su esencia por decirlo de algún modo, serán absorbidas por mi y podré llevarla conmigo. A Asha no le afectará en nada, aparte de un mal sabor de boca.

Artán cogió una copa de fino cristal de un mueble y la dejó encima de la mesa. Se hizo un corte en la muñeca y dejó que el rojo líquido llenara la copa. Una vez llena se la entregó a Asha/Sandra.

La mujer tomó la copa.

-Es tu decisión, Asha. No puedo obligarte a beber.

La mujer se llevó la copa a los labios y la apuró.

Sandra abandonó el cuerpo de Asha en el momento en que la copa quedó vacía.

-¡Puedo verla, Arex. Puedo ver a Sandra!

-Debe ser a causa de mi sangre- dijo Artán.

-Gracias por todo Asha y dale también las gracias a Arex.

-Lo haré Sandra.

-Gracias también a ti, Artán, has sido muy amable.

-¿Para que está la familia sino?

-Adiós a todos.

El espíritu de Sandra de difuminó lentamente ante los ojos de Asha y Artán. Solo Arex se perdió su partida, pero la intuyó y respiró aliviado.




  1. Ver: Arenas Rojas II
  2. Ver: Los colmillos de Sharag

Memorias de un vampiro
Especial verano 2012 (III)
Sangre Pura – Epílogo

Ruth estaba sentada en el suelo, frente al cuerpo de Sandra. Llevaba ya 52 horas ausente, todos se habían ido turnando para cuidar de ella y vigilar que la llama no se apagase. Cada vez que una vela estaba a punto de extinguirse, encendían una nueva con la llama de la anterior.

-¿Ruth?

-¡Sandra, has vuelto!

-Y traigo la cura. ¿Como está Marcos?

-Está muy débil. Empezábamos a temer que no llegarías a tiempo, llevas más de cincuenta horas ausente.

-¿Cincuenta horas? Para mi ha pasado casi un mes. Llévame con Marcos.

Ruth ayudó a Sandra a levantarse ya que su cuerpo llevaba más de dos días sin cambiar de posición estaba anquilosada.

Entraron en el dormitorio donde descansaba Marcos. Sentado al lado de la cama estaba Víctor.

-¡Sandra, por fin! ¿Lo has logrado?

-Si, encontré a Artán gracias a unos amigos que hice.

Sandra se acercó a Marcos. Este tenía muy mal aspecto, su cabellera volvía a ser blanca y las arrugas de su rostro eran más profundas y numerosas.

-Ayudadme a incorporarlo.

Víctor y Ruth incorporaron a Marcos que abrió los ojos y miró a Sandra.

-Hola pequeña, te he echado de menos.

-Y yo a ti. Tienes mal aspecto.

-He tenido momentos mejores.

-Ya sabes que hacer-dijo Sandra abrazándole.

Marcos mordió el cuello de Sandra, estuvo unos segundos sorbiendo su sangre y se desmayó.

-Vamos, Ruth-dijo Víctor.-Dejémosles solos.

Salieron al salón y se sentaron en silencio. Dos horas después Sandra y Marcos salieron de la habitación, el apoyándose en los hombros de ella. Marcos había recuperado su aspecto habitual.

-¿Como te encuentras, compañero?

-Mucho mejor. Pero me siento débil como un pajarito.

Víctor y Ruth sonrieron.

-¿Qué os parece si salimos a dar un paseo?-dijo Víctor.- ¿Me se de un par que deben tener hambre atrasada!

FIN



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