jueves, 14 de abril de 2011

La Bruja (Memorias de un vampiro-VI)

1- UNA FÁN AFECTUOSA

Desde nuestra llegada a New York no había vuelto a escribir. Marcos me daba consejos de como invertir nuestro dinero para que este produjera más dinero, de modo que no necesitaba trabajar.

Sin embargo echaba de menos ese ejercicio creativo que había formado parte de casi toda mi vida. Ya de niño me gustaba inventar historias que contaba a mis amigos. Eso y las insistentes llamadas de mi editor pidiéndome que me replanteara mi decisión me decidieron a escribir una nueva novela.

-Estoy harto de escribir sobre vampiros- le dije en nuestra última conversación.

-Entonces escribe sobre otra cosa- contestó.

Estuve un par de días pensando en el tema hasta que en una de mis visitas a Thomas en el Club Jano, que últimamente eran muy frecuentes, encontré la inspiración. Escribiría una novela de licántropos.

El recuerdo de Katya, la muchacha-lobo que conocí brevemente en Moscú, había despertado mi curiosidad y en mis frecuentes visitas al club había estudiado los archivos que poseían sobre estos seres.

Así descubrí que a ellos no les afecta la luz solar, sus hábitos nocturnos se deben a que solo pueden transformarse de noche. Las fases de la luna no tienen nada que ver con su metamorfosis. No son inmortales como los vampiros, pero su esperanza de vida es muy superior a la de los humanos, pudiendo alcanzar los doscientos años de edad.

A diferencia de nosotros, ellos se reproducen y el hijo de un licántropo será, a su vez, un licántropo. También pueden infectar a un humano, simplemente mordiéndolo y dejándolo con vida. Los machos, además, pueden infectar a una hembra humana copulando con ella.

No son los monstruos asesinos que nos han retratado en las películas del género, pero el instinto de la caza está muy arraigado en ellos. Siempre que tienen la ocasión, salen a los bosques y cazan algún animal, generalmente uno pequeño como un conejo o un ratón de campo pero ocasionalmente, cazan en manada animales de mayor tamaño como ciervos.

“Luna roja” fue un éxito, mis fans estaban entusiasmados con mis nuevas criaturas, por eso tuve que ceder cuando mi editor me pidió que asistiera a una convención para firmar ejemplares. Acepté solo porque la firma tendría lugar a última hora de la tarde. Solo tuve que llegar una hora tarde a la misma, cuando ya se había puesto el sol y todo el mundo atribuyó mi retraso a que quería hacerme el interesante.

Fue la típica sesión de firmas. Muchos me pedían una dedicatoria.

-Ponga a mi gran amigo Frank, por favor.

Mi gran amigo Frank. ¡Pero si no había visto a ese tipo en mi vida! No os podéis imaginar la cantidad de “grandes amigos” que descubre uno en estos eventos.

Un par de horas después ya estaba harto de aquello, además me apremiaba la sed, quería dejar aquello y salir de caza. Estaba a punto de abandonar mi sitio cuando se presentó ante mi una mujer extraordinaria.

Aparentaba unos veinte años, grandes ojos de color esmeralda, nariz fina, labios rojos y llenos, una larga melena negra y un cuerpazo que quitaba el hipo. Pero lo que mas me llamó la atención fue su aura. Era humana, pero escondía un gran poder, aunque no podía imaginarme que clase de poder podía dar a una simple humana un aura como aquella.

Ya he mencionado las auras en otros episodios de estas memorias, sin embargo, nunca os he hablado de ellas. Como no quiero que os llevéis una idea equivocada os explicaré de que se trata.

No tienen nada que ver con esos halos de energía que aparecen en las fotografías Kirlian, ni con lo que dicen ver algunos místicos. En realidad las auras a las que me refiero no se perciben con la vista. Son mas bien una sensación que transmite, inconscientemente, el individuo observado. Para que os hagáis una idea aproximada, es algo parecido a como un contador geiger percibe la radioactividad.

-He leído todas sus novelas señor van Helsing- dijo llamándome por mi seudónimo y tendiéndome un ejemplar de “Luna roja”.-Soy su fán número uno.

-¿Cual es su nombre?

-Victoria.

Escribí “Para Victoria, mi fán número uno, con cariño”.

Le devolví el ejemplar y ella lo apretó contra su pecho, parecía entusiasmada.

-¿Puedo darle un beso?

-¡Claro!- respondí.

Estampó un cálido beso en mi mejilla y abandonó el local dando saltitos de entusiasmo.

Poco me imaginaba en esos momentos que volvería a saber de ella.

2- LAGUNA MENTAL

Dos días más tarde me encontraba con Thomas en el Club Jano. Me gustaba sentarme en una de las cómodas butacas y conversar con el. Thomas me contaba sus aventuras por todo el mundo investigando para el club y yo le contaba mis vivencias como vampiro. Cuando conocí a Thomas su conversación era vivaz y siempre conseguía hacerme reír con alguna de sus anécdotas. Pero últimamente, lo notaba un poco alicaído, algo de esa vivacidad se había perdido, aunque el hacía lo que podía por disimularlo. Más que su pregunta fue el tono que empleó lo que me alertó.

-Dime, Víctor. ¿Qué se siente al ser como tu?

-Thomas, ¿porqué me preguntas eso ahora? Ya hemos hablado antes de ello.

-Y siempre respondes con evasivas. Lo que quiero saber es como te afecta tener que matar cada noche para sobrevivir. ¿No te remuerde la conciencia?

-¿Vas a contarme que te sucede o tendré que adivinarlo? Últimamente no eres el mismo.

-Otra vez con evasivas.

-Esta bien. Si quieres saberlo, no. No tengo remordimientos. Para un vampiro el instinto de supervivencia es muy poderoso. Al principio tiene sus dudas pero, al final, acaba viendo a los humanos como ganado.

-Así que no soy diferente a una ternera.

-Ja ja ja. Tranquilo, Thomas. Uno puede cogerle cariño a una ternera en particular y entonces no se la come.

-¿Me estas diciendo que te has encariñado conmigo?

-¿Es que lo dudas? Eres el único humano al que puedo llamar amigo.

-Me alegra oírtelo decir, porque yo también te quiero. Nunca pensé que le diría eso a un vampiro.

-¿Entonces porqué no me dices lo que te preocupa? Y no me digas que nada. Sabes que no puedes engañarme.

-No, aún no estoy preparado para contártelo. Tengo mucho en lo que pensar, pero te lo contaré en su momento.

Sabía que no podría sacarle nada en ese momento, así que para aliviar la tensión que había creado nuestra charla decidí marcharme. Creo que Thomas agradeció mi decisión.

Abandoné el Club Jano y decidí volver a casa dando un paseo. Había recorrido apenas un centenar de pasos cuando todo se volvió negro.

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Desperté tumbado sobre un bien cuidado césped con un agudo dolor de cabeza. Me incorporé con dificultad y en ese momento vi a la mujer que estaba tumbada a mi lado. Se trataba de una mujer de mediana edad y algo entrada en carnes. Y estaba muerta.

Examiné el cadáver y pude ver su yugular desgarrada, la herida apenas sangraba. No había duda, yo la había matado. Pero no podía recordar haberlo hecho, mi último recuerdo era mi salida del Club Jano. Entonces sentí la llegada del amanecer, miré hacia el este y pude vislumbrar un ligero resplandor, tenía que darme prisa.

Oculté las heridas de la mujer mediante el sistema de dejar caer unas gotas de mi sangre sobre ellas, al momento se cerraron sin dejar rastro.
Me levanté y a los pocos pasos reconocí el lugar donde me encontraba. Estaba en Central Park. Debía darme prisa, eché a correr a la máxima velocidad que mis poderes vampíricos podían darme. Entré en el metro y me oculté en los túneles para huir del sol. Mi piel me ardía y estaba ligeramente tostada, por suerte la exposición al astro del día fue mínima. Me introduje en un túnel que daba muestras de estar en desuso y tras un corto paseo encontré una estación abandonada. Me tumbé en un rincón del andén y me sumí en un sueño reparador.

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3- THOMAS RESUELVE EL MISTERIO

Cuando a la noche siguiente volví a nuestro apartamento, los demás estaban esperándome. Ruth se echó a mis brazos.

-¡Víctor! ¿Que te ha pasado? ¿Donde has estado? ¿Porque no llamaste? Estábamos todos muy preocupados.

-Déjame sentarme y os lo contaré, dame un respiro.

-Por Dios, Víctor.- dijo Marcos- Tu piel está quemada. Te has expuesto al sol. ¿En que estabas pensando?

-Os lo contaré todo, dejadme que aclare un poco mis ideas.

Mis compañeros se sentaron a mi alrededor expectantes y les conté lo que me había sucedido la noche anterior.

-... No os llamé porque perdí mi móvil junto a mi chaqueta, no puedo recordar donde ni como. Tampoco pude usar una cabina, llevaba mis monedas en el bolsillo de la chaqueta.

-Esto es muy extraño- dijo Ruth.- ¿Y cuanto calculas que duró ese... esa laguna mental?

-Salí del Club Jano cuando faltaban unas cuatro horas para el amanecer. ¿Nunca os ha pasado nada parecido a vosotros?

Todos negaron con la cabeza.

-¿Estás seguro que fuiste tu quién mató a esa mujer? Pudo ser otro vampiro.

-Cuando me desperté junto a ella tenía la sensación de estar lleno, como si me hubiera alimentado en exceso. Ya había cazado antes de entrar en el club.

Permanecimos en silencio largo rato. Mis compañeros estaban tan consternados como yo, ninguno de ellos había sufrido un episodio como ese en sus largas vidas.

-Algo de bueno ha tenido eso- dijo Sandra.- Ahora tienes un bonito bronceado.

Estallamos en carcajadas por la humorada de Sandra, lo que nos ayudó a romper la tensión del momento.

-¿Que vamos a hacer ahora?- dijo Ruth.- ¿Y si te pasa de nuevo?

-Lo he estado pensando. Quiero que me acompañes a ver a Thomas, tal vez en los archivos del Club Jano encontremos una explicación a lo que me ha pasado.

-Sabes lo que pienso de tus amigos y de ese club.

-Se que no te hace gracia. Pero tal vez ellos puedan explicarlo. Y... me da miedo quedarme solo. ¡Por favor, Ruth!

-Está bien, te acompañaré, pero no me someteré a ningún interrogatorio de tus amigos.

-Tranquila, habitualmente, Thomas es el único que está en el club a estas horas y es un hombre muy discreto.

-Entonces vamos para allá. Cuanto antes acabemos con esto, mejor.

Sabía que a Ruth no le gustaba la idea de entrar en el Club Jano, pero aún así, no dudó en acompañarme. Una vez mas, me demostraba su amor y yo di gracias al cielo por haber encontrado una compañera como ella.

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Cuando llegamos al club la cosa fue mejor de lo que me esperaba. Cuando le presenté a Ruth, Thomas se inclinó levemente y besó la mano que ella le tendía.

-Es un auténtico placer conocerla, señorita.

Ruth sonrió ante este gesto.

-Hacía mucho tiempo que un hombre me saludaba de esta forma.

-¡Ay! Las buenas maneras se están perdiendo, es una lástima.

Vi en los ojos de Ruth que el bueno de Thomas, con ese sencillo gesto, se había ganado su simpatía.

-¿Y a que debo el honor de esta grata visita?

-Tenemos problemas Thomas, y tal vez tú puedas ayudarnos.

Relaté a Thomas lo que me había sucedido. Escuchó en silencio todo el rato y cuando acabé se quedó pensativo.

-Lo que te ha sucedido es realmente extraño. No recuerdo haber leído que nada parecido le haya sucedido a uno de los tuyos. Claro que en nuestros archivos tenemos muy poco sobre vivencias personales de tu gente. Sin embargo, tus síntomas me resultan familiares, creo haber leído algo parecido en algún lado. ¿Dices que no recuerdas nada de lo sucedido desde tu salida del club?

-Absolutamente nada. Estaba andando por la calle y de pronto desperté en Central Park con el cadáver de esa mujer a mi lado. Lo que hay entre esos dos hechos es un gran espacio en blanco.

-Disculpadme un momento.

Thomas se levantó y se dirigió a una sección de la gran biblioteca del club, resiguió con el índice los lomos de una hilera de libros hasta que encontró el que buscaba, lo sacó y volvió a sentarse junto a nosotros.

-Creo que está aquí- dijo.

Empezó a hojear el libro, un volumen de grandes dimensiones y de aspecto muy antiguo. Pareció encontrar lo que buscaba y leyó durante unos minutos. Finalmente, me miró a los ojos.

-Víctor, ¿has conocido a alguien especial en los últimos días?

-No que yo recuerde.

-¿Estás seguro?

-¡Espera, ya recuerdo!

Le conté lo de la mujer que había asistido a mi firma de libros y lo espectacular que me pareció su aura, pese a ser humana.

-¿Esa mujer, te dio algo o se llevo algo tuyo?

-No, solo mi dedicatoria en el libro que había comprado.

-Eso no parece suficiente. ¿Seguro que no hay nada más?

-Bueno, me dio un beso...en la mejilla.

-¿Un beso? ¡Oh, oh!

-¿Que pasa...?

Thomas se dirigió de nuevo a la librería y cogió otro volumen, esta vez directamente, sin buscarlo. Volvió a nuestro lado y empezó a hojearlo.

-Aquí está- dijo.- Víctor, siento darte malas noticias.

-¿Que sucede?

-Te han hechizado.

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4- HECHIZO Y CONTRAHECHIZO

-Se trata de un hechizo muy antiguo y poderoso. Lo llaman el “hechizo del beso”, mediante unos conjuros previos, esa mujer adquirió el poder de “pegarse” a ti al darte ese beso.

-¿Pegarse a mi?

-Sin duda se trata de una bruja muy poderosa, ese hechizo no es fácil. Ahora, ella puede separar su yo astral y entrar en tu cuerpo. Te ha poseído, ella es quien ha matado a esa mujer usando tu cuerpo y tus habilidades como instrumento. Cuando una bruja hace eso, la mente del poseído retrocede, queda dormida por decirlo de alguna forma. Por eso no puedes recordar nada.

-¿Pero, porqué hizo eso?

-Sin duda se trataba de una rival. Alguien lo bastante poderoso como para no poder acercarse a ella abiertamente.

-¿Puede esa mujer repetirlo?- preguntó Ruth.

-Sin duda, ahora está unida a Víctor hasta que uno de los dos muera.

-¿Hay alguna forma de anular ese hechizo?

-Solo una. Debéis matarla.

Nos quedamos mirando los tres en silencio.

-Pero mientras, puedo preparar un amuleto que te protegerá durante algún tiempo.

-No sabía que también eres brujo.

-No lo soy. Pero aprendí algunos trucos en un viaje que hice a Tahití. Allí tuve una relación amorosa con una sacerdotisa vudú. Pero no es el momento de contar ese tipo de historias. ¿Habéis cazado hoy?

-No.

-Pues salid y alimentaros. Sobre todo tú, Víctor, necesitaré que estés fuerte. Volved en un par de horas, mientras, yo prepararé lo necesario. Tengo que buscar algunas cosas en el almacén.

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-Creo que estaba equivocada con respecto a tu amigo- dijo Ruth cuando estuvimos en la calle.

-Sabía que te gustaría.

-Te habrás dado cuenta de que está enfermo.

-¿Enfermo? No, no me había dado cuenta. Últimamente está un poco raro, pero no me imaginé que... ¿Es grave?

-Se está muriendo.

Ni por un momento dudé de las palabras de Ruth, conocía sus capacidades, si ella decía que Thomas estaba enfermo, es que así era.

En un oscuro callejón cobramos nuestras presas, un camello y uno de sus clientes. Cuando acabamos con ellos volvimos al Club Jano. Thomas estaba esperándonos.

-La ceremonia que he preparado forma parte del ritual vudú. Los practicantes de esa religión lo usan para evitar que algún brujo pueda convertirlos en zombies. En cualquier caso, es un rito antiposesión, servirá para tu caso, aunque será algo temporal.

-De momento me vale.

Bien, venid conmigo.

Nos condujo hasta una habitación alumbrada exclusivamente con velas. En el centro de la habitación había una cruz de madera de un metro de alto aproximadamente. Las aspas laterales de la cruz estaban cubiertas por lo que parecían dos mangas de chaqueta de color negro y sobre la parte superior reposaba una chistera negra.

-¿Lo reconoces?- preguntó Thomas.

-Es el Barón Samedí- respondí.- El señor de los muertos según la iconografía del vudú. Aparece en una de mis novelas.



Continué mi inspección del lugar y vi a un lado la imagen de un santo que no reconocí. Frente al Barón había un cuenco de madera y en su interior había una moneda de oro antigua. La moneda estaba perforada en el centro y un cordón de cuero atravesaba el agujero. No había nada más en la habitación a excepción de las velas que la iluminaban.

-¿Empezamos?

-Cuanto antes mejor- respondí.

Thomas se arrodilló y nos indicó que hiciéramos lo mismo, yo a su derecha y Ruth a su izquierda, dejando el cuenco con la moneda justo en el centro del círculo que formábamos junto al Barón Samedí. Después cogió la moneda, la levantó ante el barón y entonó una extraña salmodia, sin duda usaba el lenguaje secreto de las ceremonias vudú. Finalmente depositó de nuevo la moneda en el cuenco.

-Ahora debemos entonar el conjuro. Debes repetir todo lo que yo diga.

-De acuerdo.

La ceremonia se alargó una media hora. No puedo repetir aquí las palabras del conjuro. Thomas me advirtió muy seriamente al respecto y me hizo prometer que nunca las repetiría, ni de forma oral ni escrita.

-Ahora, debes verter tu sangre sobre la moneda- me dijo mientras me tendía un cuchillo.

Sin dudar hice un corte en la palma de mi mano y dejé gotear la sangre sobre la moneda. Lo que sucedió entonces aún me deja perplejo al recordarlo, pues la moneda absorbió la sangre como si fuera una esponja.

-Es suficiente- dijo Thomas.

Presioné la herida y en pocos segundos se cicatrizó. Thomas anudó los dos extremos del cordel que atravesaba la moneda y me la entregó.

-Cuélgatela del cuello y no te la saques para nada hasta que te hayas librado de esa bruja.

-Thomas, te debo una.

-Tal vez puedas devolverme el favor.

-¿Como?

-Cuando todo esto acabe.

5- UNA BRUJA MENOS Y UN VAMPIRO MÁS

La noche siguiente, acompañado de mis amigos nos dirigimos a la librería donde se realizó la firma de ejemplares. Habían transcurrido ya cuatro noches y el rastro del aura de la bruja se habría debilitado, pero desde mi unión con Ruth mis poderes habían aumentado mucho. Además, los otros venían conmigo, lo que a uno se le escapase otro podría percibirlo.

Llegamos a la entrada de la librería y me concentré.

-Ahí está- dije.- ¿Podéis notarlo?

-Si- dijo Ruth.- Aunque es muy débil podremos seguirlo.

El rastro nos llevó hasta un edificio de tres plantas en el Soho. Victoria, si ese era su auténtico nombre, se encontraba en la última planta.

-Puedo percibirla desde aquí- dijo Marcos.- Realmente su aura es poderosa.

Siguiendo nuestro plan, previamente elaborado, entramos en el edificio y mientras los demás se ocultaban en un rincón yo llame a la puerta de la bruja.

Ella misma abrió la puerta y cuando me reconoció dio un grito y saltó hacia atrás.

-Tú!

-Si, bruja, yo. No debiste utilizarme como lo hiciste.

Victoria hizo un extraño ademán y pronunció una palabra que no entendí. Pareció sorprendida, como si su gesto no hubiera obtenido el resultado esperado.

-Te has protegido. No creí que pudieras hacerlo.

Avancé hacia ella, tenia ganas de acabar con aquello cuanto antes, pero ella hizo otro extraño ademán con las manos y de pronto me sentí inmovilizado, no podía mover un solo músculo.

-Has sido un tonto al venir a mi casa. Aquí es donde soy más poderosa.

Cogió un cuchillo y se acercó a mi.

-Ahora veremos cuanto tarda en morir un vampiro cuando se desangra- dijo.

Antes de que pudiera acercarse a mi, Ruth entro en la casa como una exhalación y le propinó un fuerte golpe que la hizo salir despedida contra la pared. Detrás de ella entraron Marcos y Sandra que sin pensárselo dos veces le hundieron sus colmillos en el cuello, Ruth se unió a ellos.

Al tener que defenderse de los otros rompió su concentración en mi y me sentí liberado. Sus esfuerzos fueron inútiles. Cada vez más débil por la pérdida de sangre dejó de debatirse y me lanzó una mirada de odio.

-¿Quien es ahora la tonta?-dije.- ¿De verdad creíste que vendría solo a tu guarida?

El grito de rabia que soltó antes de morir hizo estallar los cristales de dos de las ventanas de la casa.

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-Toma, te devuelvo esto, ya no me hace falta.

Thomas cogió el amuleto y lo guardo en su bolsillo.

-Cuéntame como fue todo.

Le relaté la forma como, la noche anterior, acabamos con la bruja. Thomas sonrió y me indicó una butaca.

-Siéntate, Víctor. Hay algo que quiero contarte.

-¿Sobre tu enfermedad?

Me miró sorprendido.

-¿Desde cuando lo sabes?

-Ruth lo descubrió nada más verte. Es muy perceptiva.

-¡Vaya si lo es!

-¿De qué se trata?

-Cáncer.

-Hoy en día, casi todos los casos de cáncer tienen cura.

-No el mio.

-Yo...No se que decir. Lo siento mucho.

-Tú puedes ayudarme.

-¿Yo?

-Alguien como tú no tiene que preocuparse por un cáncer.

-¿Qué me estas pidiendo, Thomas?

-Sabes muy bien lo que te estoy pidiendo.

-Si, lo se. Pero tú pareces no saberlo. Mírame, ¿Es esto lo que quieres? ¿De verdad quieres convertirte en un monstruo como yo?

-Tú no eres un monstruo.

-¡Si que lo soy!

-¡No quiero morir!

-Thomas...

-¡Me lo debes!

-No, no me pidas eso.

-¡Por favor!

-Me prometí a mi mismo que nunca convertiría a nadie. Esa promesa me hace sentir que aún queda algo humano en mi.

-Sabes que no podrás mantenerla mucho tiempo. Forma parte de tu naturaleza. Es la forma en que tu raza se reproduce.

-Ya sabes que tendrás que renunciar a tu vida actual. Tus amigos del club no deben saber que te has convertido.

-Lo se.

Me levanté y me acerqué a el, lo estreché entre mis brazos y pude sentir su entrega.

-Te lo preguntaré una vez más. ¿Estas completamente seguro de esto?

-Absolutamente.

-Sabes que no haría esto por cualquiera.

-Si, lo se, gracias.

Mordí su yugular y bebí hasta que sentí que Thomas estaba a punto de morir. Lo solté y lo dejé caer en el sillón.

Mordí mi muñeca y la acerqué a sus labios. Thomas bebió con desesperación. Cuando aparté mi muñeca de sus labios se desmayó.

Lo cargué en brazos y salí del club. Fuera estaba Marcos esperándome en su coche.

-Al final te lo pidió.

-Como yo había imaginado.

Entre los dos acomodamos a Thomas en el asiento de atrás.

-¿Estás seguro de que has hecho lo correcto?

-Eso espero, Marcos. Eso espero.

FIN

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