I
¿Cómo
distinguir a un ángel de un demonio?
Es
sencillo: cuando te encuentres al borde de un precipicio,
el
ángel te tenderá la mano y el demonio te empujará.
Aunque, claro...entonces ya será demasiado tarde.
Aunque, claro...entonces ya será demasiado tarde.
Laura
Gallego García (Dos
velas para el diablo)
Mi
nombre es Nadia Sirinova. Nací y crecí en Rusia, en una pequeña
comunidad situada entre Omsk y la frontera con Kazajstán. Al igual
que todos los componentes de mi comunidad, una docena de familias,
soy un licántropo.
Esta
es la historia de como conocí a John Smith, el detective vampiro, y
la primera aventura que corrí a su lado.
Me
transformé por primera vez al cumplir los dieciocho años y lo
celebramos con una gran cacería por el bosque en la que participó
toda la manada. No os podéis ni imaginar la sensación de
convertirse en lobo. Te fundes con el bosque, te haces uno con él. Y
la emoción de la caza, en la que todos los miembros de la manada
tienen su función...no hay palabras para describirlo. En aquella
ocasión cazamos un ciervo, y a mi, por ser mi primera cacería, me
correspondió el corazón del animal. No hay mejor manjar para un
lobo.
Mi
vida transcurrió feliz entre la manada hasta aquel fatídico día en
que fuimos atacados. Eran un centenar de hombres, armados solo con
armas blancas, dijeron que eran soldados de Dios y que su misión era
acabar con las criaturas de la oscuridad.
Fanáticos...
Atacaron
de día, cuando no podemos transformarnos. No pudimos defendernos, en
el pueblo no había armas. Fue una masacre.
Solo
yo pude huir. Pasé dos días y dos noches corriendo por el bosque
hasta que agotada llegué a Omsk. Allí, escondida entre la multitud,
me sentí a salvo.
----------------
Tres
días después, deambulaba por las calles, hambrienta, sin saber a
quién acudir. No me atrevía a transformarme por la noche para cazar
en los bosques cercanos por temor a que me descubrieran. Debía de
presentar un aspecto realmente lamentable.
-Vaya,
muchacha, tienes el aspecto de necesitar un buen bistec.
Me
giré hacia aquella voz y pude ver a un hombre bien vestido, de unos
treinta años. Era atractivo, pelo rubio, ojos de un azul acerado y
unos labios a los que jamás, durante el corto tiempo que estuve con
el, vi perder la sonrisa.
-¿Tienes
hambre?
-Si,
señor. Mucha.
-Me
llamo Iván. Me gustaría ayudarte
-Gracias,
me llamo Nadia
-Ven
conmigo, Nadia, veré que puedo hacer por ti.
Dudé
unos instantes, pero mi instinto, el lobo en mi interior, me dijo que
podía fiarme de ese hombre. Le seguí hasta una casa antigua,
rodeada de un hermoso jardín. Entramos en una enorme cocina donde
una anciana estaba removiendo unos pucheros.
-Irina,
saca otro plato, tenemos una invitada.
La
anciana se volvió hacia el hombre y después me miró a mi. Debía
de estar acostumbrada a recibir visitantes inesperados, ya que se
limitó a asentir con la cabeza sin pronunciar una palabra.
Después
de un plato de sopa y un enorme bistec, Iván me llevó a una salita
y sirvió un par de tazas de te.
-Eres
de la aldea cercana a la frontera. ¿No es así?
-¿Como
lo sabe?
-Tengo
cierto don. Puedo ver el interior de las personas. Eres un
licántropo, como todos en tu comunidad.
Me
levanté de un salto, buscando una salida, pero mi anfitrión se
limitó a quedarse inmóvil, sin perder su encantadora sonrisa.
-Tranquila,
no voy a hacerte ningún daño. Cuéntame que ha pasado.
-¿Como
sabe...?
-Pertenezco
a una organización que se dedica a estudiar a gente como tú. El
Club Jano. No debes temer nada, solo nos dedicamos a investigar. El
afán de conocimiento es lo único que nos motiva. Sabemos de tu
comunidad desde hace años.
-¿Y
no se lo han contado a nadie?
-A
nadie. Y ahora cuéntame que ha pasado. ¿Han atacado a la manada?
-Si,
eran muchos, armados, solo he sobrevivido yo. ¿Como sabe tantas
cosas?
-Ya
te lo he dicho. Hemos estado observándoos. Para conocer vuestras
costumbres.
-¿Porqué?
-Curiosidad.
En cuanto a los que os han atacado, se trata de un grupo de fanáticos
religiosos, se llaman Causa Aequa, están convencidos que sois
criaturas diabólicas. Sabía que estaban por aquí, pero no creí
que os encontraran.
-¡Dios
mio! ¿Qué voy a hacer ahora?
-Debes
huir, lo más lejos posible. Yo te ayudare, si quieres.
-¿Porqué
me ayudas?
-En
cierto modo me siento responsable de ti. Tal vez si hubiera avisado a
los tuyos esto no habría pasado.
-Si
hubieses venido al pueblo diciendo que sabes quién somos seguramente
te habrían matado.
-Para
proteger el secreto de la manada.
-Si.
-Mi
ofrecimiento sigue en pie.
-Aceptaré
toda la ayuda que puedas darme.
-De
acuerdo, te contaré mi plan.
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II
-El
doctor Watson; el señor Sherlock Holmes-
dijo
Stamford, haciendo las presentaciones.
Arthur
Conan Doyle (Estudio en
escarlata)
En
pocos días, Iván tramitó mi pasaporte y me embarcó en un avión
rumbo a New York, donde me esperaba un amigo suyo, Adam Cullen,
miembro de la delegación norteamericana del Club Jano.
Adam
resulto ser un anciano agradable que me recibió con los brazos
abiertos. Me llevó hasta la sede del club, donde podría refugiarme
hasta que consiguiera la ciudadanía estadounidense.
-Lo
primero será encontrarte un empleo- dijo.
-¿Y
en que podría emplearme en esta metrópolis? He vivido toda mi vida
en el campo, apenas si domino el idioma.
-Tonterías,
lo hablas muy bien. Ademas, conozco a alguien que podría emplearte,
creo que es el puesto ideal para ti.
-¿En
que consiste ese empleo?
-El
tipo del que hablo es detective privado. Creo que eres la persona
ideal para ser su ayudante.
-¿Y
porqué crees eso? No se nada de detectives.
-Porque
además de detective, John es un vampiro. Si, creo que os
compenetrareis bien.
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Dos
días mas tarde, Adam y yo nos reuníamos con John Smith en su
despacho. Aparentaba unos cuarenta años, pelo negro muy corto, ojos
oscuros y penetrantes, su nariz era algo grande, pero no lo afeaba,
labios bastante llenos. Bajo sus ropas se adivinaba un cuerpo
atlético. El conjunto resultaba bastante atractivo.
-No
tengo nada en contra de tu amiga, Adam, pero lo último que necesito
ahora es un ayudante-dijo cuando Adam me propuso para el empleo.
-Creo
que te equivocas.
-¿Ah,
si?
-Eres
un buen detective, no lo dudo, pero ahora tienes un grave handicap.
-¿De
veras, cual?
-Eres
un vampiro, ese es tu handicap. ¿Que harás si tienes que investigar
algo o seguir a alguien durante el día? Nadia es perfecta para ese
trabajo, no hay mejor rastreador que un licántropo.
John
emitió un gruñido antes de responder.
-Ni
tan solo tengo un caso que investigar. Desde mi conversión no me han
encargado ningún trabajo.
-Bueno,
eso puedo arreglarlo. De hecho, el verdadero motivo por el que he
venido a verte es para alquilar tus servicios. Tengo un caso para ti.
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-Hace
quince días, un viernes por la noche, Donald Mc.Cloud, que entre los
entendidos era un reconocido brujo blanco, fue brutalmente asesinado.
Su cuerpo estaba irreconocible, la policía científica lo identificó
gracias a las pruebas de ADN. La policía dictaminó que fue atacado
por un animal, ya que había señales evidentes de garras y
colmillos, pero no se pudo determinar la especie.
-Si,
vi el caso en las noticias de la TV-respondió Smith. Creo que la
semana pasada hubo un caso parecido.
-Linda
Tomé, otra bruja blanca. Las mismas circunstancias. Gracias a un
amigo de la policía pude ver las fotos. Te aseguro que no existe
ningún animal en este mundo capaz de causar esas heridas.
-¿Crees
que pudo ser un licántropo?-Smith me miró.-No tome a mal esta
pregunta, srta. Sirinova.
-No
se preocupe-respondí.-Llámeme Nadia.
-Ni
siquiera un licántropo podría producir algunas de las heridas que
vi en las fotos de Linda Tomé-dijo Adam.
-Dices
que ambos eran brujos. ¿Tenían alguna relación?
-Supongo
que a ti puedo contártelo...Ambos formaban parte del Anillo Blanco,
una sociedad secreta que se dedica a combatir la magia negra en todo
el mundo.
-¿Crees
que han sido asesinados por algún tipo de brujería?
-Es
muy posible.
-¿Como
sabes tanto sobre este asunto, Adam?
-A
eso iba. Esta mañana, Carlos Ferrer, uno de los componentes del
anillo y viejo amigo mio, me ha llamado y me ha contado todo esto.
Dice que cree saber quien es el asesino, pero necesitaba consultar un
antiguo libro de hechicería que está en posesión del Club Jano.
-¿Y
que pinto yo en todo esto? No se nada de brujería.
-Está
asustado, cree que él será la siguiente víctima. Le he hablado de
ti y está de acuerdo en contratarte para que le ayudes en la
investigación.
-Lo
que en realidad significa hacerle de guardaespaldas.
-Es
un trabajo. Seguro que lo has hecho otras veces.
-Si,
es un trabajo, y no tengo donde elegir. De acuerdo, acepto.
-Toma,
esta es la dirección. Te espera esta noche.
Smith
cogió la tarjeta y la estudió.
-Sera
mejor que vaya inmediatamente- dijo mientras se levantaba y se ponía
la chaqueta.
-¿Que
hay de Nadia?
Smith
me miro fijamente unos segundos y finalmente dijo.
-Esta
bien, quedas contratada. Acompáñame a ver a Ferrer. Y llámame
John.
-No
te arrepentirás, John-respondí.
Lo
que no podía saber es que yo si que me arrepentiría de acompañarle
en esa aventura.
------------------
III
-Hay
más cosas en el cielo y en la tierra,
de
las que pueda soñar tu filosofía.
William
Shakespeare (Hamlet, Acto 1º,
escena V)
Carlos
Ferrer parecía rondar la cincuentena, alto, delgado, de piel morena,
cabello negro y una cuidada perilla. Nos hizo pasar a su salón y
estuvo un buen rato observándonos antes de hablar.
-Cuando
Adam Cullen me habló de ustedes apenas podía creerlo. Y ahora, aquí
están, un vampiro y un licántropo en mi salón.
-Hay
muchas cosas sorprendentes en este mundo, Sr. Ferrer.-dijo Smith.-
Adam me dijo que usted sabía quien mató a sus amigos.
-Se
quién fue el brazo ejecutor, pero desconozco quien le envió.
-Algo
es algo. ¿Quien cree que fue y porqué cree que ahora irá por
usted?
Ferrer
se dirigió a un mueble, sacó un pequeño objeto de un cajón y se
lo entregó a Smith.
-He
recibido esto esta mañana por correo- dijo.
Smith
lo observó detenidamente y me lo pasó. Se trataba de un medallón.
Incluso para alguien como yo, que no entendía de estas cosas era
evidente que se trataba de un objeto antiquísimo.
A
pesar de estar desgastado por la acción del tiempo aún podía
observarse el contorno de un rostro, ahora completamente desdibujado
por la erosión por una de sus caras, en el reverso podía verse lo
que podría haber representado una cruz o unas aspas. Ambos dibujos
estaban rodeados por una serie de símbolos completamente
desconocidos para mi. El medallón era de oro, al igual que la cadena
de la que colgaba.
---------------------
-Es
el medallón de Gort-dijo Ferrer ante la interrogativa mirada de
Smith.-Le contaré su historia.
En
épocas olvidadas, cuando el mundo aún era joven, Gort, uno de los
demonios inmortales, vagaba libremente por el mundo. Baelisto, dios
de la luz, le derrotó y le condenó a vivir en los mundos
inferiores. Baelisto tomó el medallón que los hombres usaban para
invocar a Gort y lo arrojó al mar, desterrándolo así para siempre.
Pero
milenios después, el medallón fue encontrado por un poderoso
hechicero de la Europa medieval. Creó un hechizo que le permitía
invocar a Gort y hacer que matase para el. Según la leyenda, Gort
está obligado a entregar el medallón a quien lo ha invocado, luego
este se lo da a quién quiere matar y, una vez entregado, Gort
aparece para recuperarlo a media noche.
-Pero
eso no es más que una leyenda antigua. ¿No creerá en esas cosas,
verdad?
-¡Oh,
bueno! ¿Quién cree hoy en mitos como los demonios,...o los vampiros
y licántropos?
-¡Touché!
Vale, aceptemos que ese demonio
es real y que ha matado a los otros...Entonces, sabiendo eso, ¿porqué
no se deshace del medallón?
-No
serviría de nada. Una vez el anillo ha sido dado, no puede ser
pasado ni arrojado, Solo puede pasarse en secreto a otra persona. Y
la maldición se va con él.
----------------------
Justo
en ese momento, un viejo carillón empezó a desgranar las doce
campanadas de medianoche desde un rincón del salón y una expresión
de terror absoluto apareció en el rostro de Ferrer.
-¡Ya
está aquí,- dijo señalando a un punto indeterminado en el centro
de la habitación- viene a por mi!
Smith
y yo dirigimos nuestras miradas al punto que señalaba Ferrer y
apenas pudimos creer lo que vimos. Suspendido en el aire se había
formado un pequeño remolino que parecía estar hecho de la más
absoluta oscuridad y que fue creciendo y tomando forma.
Cuando
terminó la transformación, teníamos ante nosotros a un ser
antropomórfico de más de dos metros de altura. No parecía tener
substancia, mas bien semejaba una sombra que había adquirido solidez
en la que solo destacaban dos ojos verdes, como dos esmeraldas de
maligno brillo, y unos enormes colmillos.
Gort,
ya habíamos adivinado que se trataba de él, fijó su mirada en
Ferrer y empezó a avanzar hacia él.
Smith
se interpuso entre ambos y saco una enorme pistola disparando a la
criatura. Vació el cargador pero el demonio ni se inmutó. De un
zarpazo envió a Smith al otro lado de la habitación, donde se
estrelló contra una pared perdiendo el conocimiento.
Gort
dio otro paso y lanzó un zarpazo contra Ferrer produciéndole tres
profundos cortes en el torso. Me transformé en lobo y salté contra
la criatura que ya había agarrado a su víctima y se disponía a
morderle la garganta. Mordí, arañé y golpeé lo más salvajemente
que era capaz, pero la criatura no pareció sentir dolor alguno. De
un rápido movimiento me agarró por el cuello y me lanzó a través
de la habitación hacia el punto en que yacía Smith, inconsciente.
Un segundo después todo se volvió negro.
-------------------
IV
"Cuando
la situación es adversa y la esperanza poca,
las
determinaciones drásticas son las más seguras"
Tito
Livio
Desperté
con la sensación de que alguien estaba machacándome el cráneo con
un barra de hierro. Gort había desaparecido, así que desperté a
Smith, que seguía inconsciente a mi lado y juntos examinamos los
restos de Ferrer. El demonio lo había convertido en una horripilante
masa sanguinolenta totalmente irreconocible.
-Pobre
hombre-dijo Smith.-Nadie merece una muerte como esta. Lamento no
haber podido hacer nada, pero juro sobre estos restos que el culpable
lo pagará. Vayámonos de aquí antes de que venga la policía.
Durante
el viaje de regreso, Smith condujo en silencio, pero yo podía intuir
que su mente no descansaba tratando de encontrar una forma de parar
esos terribles asesinatos.
Me
dejó frente la entrada del club Jano, donde aún me alojaba.
-Ya
está amaneciendo y debo retirarme,- me dijo- pero tu y Adam tenéis
trabajo que hacer durante el día. Quiero que contactéis con el
resto de los miembros del anillo. Que se reúnan con nosotros en el
club esta próxima noche.
-De
acuerdo. ¿Tienes un plan?
-Estoy
en ello. Haz lo que te he dicho, quiero hablar con todos ellos lo más
pronto posible.
------------------
Adam
y yo hicimos los deberes y a la noche siguiente, cuando Smith se
presentó en el club, estábamos todos reunidos.
Los
restantes miembros del anillo eran cuatro.
Dos
mujeres: Prithika Marimahadeuappa, de la India y Jie Wu, de China; y
dos hombres: Andrey Sergéevich Lébedev de Rusia y Louis Merou, de
Francia.
-Muchas
gracias a todos por venir,- dijo Smith- supongo que ya sabrán el
motivo de esta reunión.
-Alguien
está asesinando a todos los miembros del anillo-respondió Lébedev.
-Exacto.
¿Alguna idea de quién puede ser?
Los
miembros del anillo se miraron unos a otros en silencio y negaron con
la cabeza.
-Es
alguien con grandes conocimientos de magia negra-dijo Smith.
-¿Como
sabe eso?
-Porque
vi como asesinaban a Ferrer, señorita Wu. Usaron el medallón de
Gort.
-¿Gort?-intervino
de nuevo Lébedev.-¿Que sabe usted de ese medallón?
-Solo
lo que Ferrer me contó. Una historia sobre dioses y demonios de la
antigüedad. Pero vi el medallón, y vi a Gort, me enfrenté a él
pero no pude hacer nada.
Una
vez más se miraron en silencio. Finalmente, Merou se puso en pie y
dijo:
-Solo
conozco a una persona capaz de tanta maldad.
-Davini-respondió
Wu.
-¿Quien
es Davini?-preguntó Smith.
-Pietro
Davini-dijo Merou. -Fue miembro del anillo hasta que empezó a
interesarse por la magia negra. Al principio se excusaba diciendo que
solo quería conocer los métodos de nuestros enemigos, pero empezó
a experimentar con conjuros peligrosos y finalmente le expulsamos.
-Juró
vengarse,-dijo Lébedev-pero jamás pensé que llegaría tan lejos.
-Bien,
ustedes son los expertos. ¿Hay alguna manera de parar a Gort o
evitar que Davini le invoque?
-Gort
es un demonio primigenio, es más antiguo que la humanidad, es
imparable. Solo los dioses antiguos podían luchar contra el, pero
esos dioses han desaparecido, ya nadie cree en ellos.
-¿No
hay nada que podamos hacer para parar esta matanza?
-Solo
hay una forma. Davini, si es él quien domina a Gort, debe morir.
-¿Donde
puedo encontrar a ese Davini?
-No
tenemos ni idea.
-¿Alguna
cosa más que deba saber? Cualquier detalle puede ayudar.
-Los
asesinatos están separados por seis o siete días uno del otro-dijo
Marimahadevappa.-Seguramente Davini, o quien sea, debe agotar mucha
energía con el conjuro y necesita todo ese tiempo para recuperarse.
El
resto del anillo estuvo de acuerdo con esa conjetura.
-Bien,
eso me dará un poco de tiempo para pensar en un plan para eliminar
al asesino. Aquí tienen mi tarjeta, si alguno de ustedes recibe el
medallón, que me llame de inmediato. Esto es todo, damas y
caballeros.
-------------------
Al
salir del club Smith me entregó las llaves del coche.
-Ve
a mi apartamento, tengo una habitación libre. Quiero que te quedes
ahí hasta que esto acabe. Necesito que respondas al teléfono si
llaman durante el día.
-De
acuerdo. ¿A donde vas ahora?
-Tengo
que alimentarme.
-Bien.
Hasta luego.
-Hasta
luego.
Smith
me había contado su peculiar método de alimentarse, lo que el
llamaba “el beso”. Monté en el coche con la tranquilidad de
saber que no trabajaba para un asesino.
V
Pero
si hay lesiones, ésta será la indemnización:
golpe
por golpe, herida por herida.
(Éxodo 21: 23-25)
Pasaron
ocho días hasta que recibimos la llamada. Durante ese tiempo Smith
visitó cada noche el club Jano para documentarse sobre Gort y los
demonios antiguos en general.
El
que llamó fue Louis Merou, aquella mañana había recibido el
medallón por correo urgente. Le dije que no saliera de casa y que
cuando Smith despertara de su sueño diurno iríamos a su casa de
inmediato.
Y
así fue, una vez le comuniqué la llamada de Merou, Smith decidió
que partiéramos de inmediato. Smith conducía en silencio, con el
entrecejo fruncido. Parecía muy concentrado, finalmente me miró y
preguntó:
-Si
tuvieras el medallón en tus manos, ¿podrías seguir el rastro de
Davini?
-Es
posible que pudiera rastrear su aura, pero no tenemos el medallón y
Merou no puede pasártelo, no serviría de nada.
-Deja
eso de mi cuenta.
-Los
vampiros también pueden seguir ese tipo de rastros.
-Lo
se, pero los licántropos sois mejores en eso, además, tienes más
experiencia, hace muy poco que soy vampiro.
No
dijo nada más, por mucho que le pregunté no me contó nada de su
plan.
Cuando
llegamos a casa de Merou, Smith le pidió ver el medallón. Lo
sostuvo en sus manos, pensativo y le preguntó:
-¿Que
pasaría si me llevara el medallón a la otra punta de la ciudad y lo
tirara en una alcantarilla?
-No
cambiaría nada. Como ya sabe, el medallón no puede ser pasado. El
hechizo haría que de un modo o otro volviera a mi antes de la media
noche, para que Gort pueda encontrarme.
-Comprendo...
Sr. Merou, voy a tener que pedirle disculpas.
-¿Disculpas,
porqué?
-Por
esto.
Entonces
le dio un puñetazo a Merou en la mandíbula que lo dejó
inconsciente.
-¿Porqué
has hecho eso?-pregunté.
-Bueno,
el medallón no puede ser pasado, pero nada impide que sea robado-
dijo entregándomelo.- ¿Podrás seguir el rastro de Davini?
-¿Que
piensas hacer exactamente?
-¿Podrás
hacerlo o no?
Me
concentré en el medallón.
-Siento
el rastro de tres auras distintas. Una es muy poderosa y oscura, casi
eclipsa a las otras dos, seguramente es de Gort, es el que más
tiempo está en contacto con este objeto. Otra es indudablemente la
de Merou. La tercera a de ser la de Davini.
-Bien,
vamos al coche i rastreemos.
Dimos
vueltas por toda la ciudad hasta que al adentrarnos en Greenwich
Village empecé a detectar algo.
-Esta
cerca.
-Lo
se-respondió-yo también lo siento.
Seguimos
el rastro hasta un pequeño restaurante.
-Está
ahí dentro-dije.
-Entremos.
Entramos
en el local y nos quedamos a la puerta observando a los comensales.
Me fijé en un hombre sentado solo en una de las mesas. Era bajo,
calvo y con un fino bigote.
-Es
ese-dije.
-Vamos.
Nos
acercamos a la mesa y Smith se sentó al lado del hombre, yo me senté
frente a él al otro lado de la mesa.
-¿El
sr. Davini?-preguntó Smith.
-¿Quienes
son ustedes, qué quieren?
Smith
agarró a Davini por el cuello de la camisa.
-Quiero
que dejes en paz a los componentes del anillo, brujo de pacotilla.
-¿Crees
que me das miedo, chupasangres? Pues no te temo ni a ti ni a tu
peluda amiga.
Davini
rió al ver nuestras caras de asombro.
-Si,
se lo que sois. Yo también puedo ver vuestras auras.
-No
me importa lo que sepas, Davini. Deja en paz al anillo, estás
advertido. Vámonos, Nadia.
Se
levantó, me cogió de la mano y me arrastró a la salida.
-¿Eso
es todo lo que pensabas hacer?-pregunté una vez fuera del
local.-¿Una amenaza y lo dejas marchar?
Smith
sonrió.
-¿Recuerdas
lo que dice la leyenda sobre el medallón?
-No
se a donde quieres llegar a parar.
-No
puede ser pasado ni arrojado, pero...
-...Pero
puede ser entregado a otro en secreto.
-¿Adivinas
quien tiene ahora el medallón en el bolsillo sin saberlo?
--------------
EPÍLOGO
-Por
cierto, disculpas aceptadas, sr. Smith-dijo Merou frotándose el
mentón.-Tiene usted un buen derechazo.
Estábamos
en el club Jano, a la noche siguiente, con los miembros
sobrevivientes del anillo y con Adam. Sobre la mesa había varios
periódicos del día. En todos ellos destacaba el mismo titular: Una
nueva víctima de la extraña bestia asesina.
-Creo
que ya no tendrán que preocuparse mas por Gort-dijo Smith.
-Y
se lo debemos a ustedes dos. ¿Como podremos pagarles...
-Ya
conocen mis tarifas.
-Naturalmente.
-Bien,
debo irme. Todos tienen mi tarjeta, si alguna vez necesitan mis
servicios...
-No
dude que acudiremos a usted.
Tras
despedirse de los otros, Smith me llevó a un lado.
-Estaba
pensando...-dijo una vez se aseguró que no nos oían.
-¿Que?
-¿Porqué
no te trasladas a mi apartamento? Puedes quedarte en la habitación
que has ocupado estos días. Así te tendría cerca cuando te
necesite.
-¿Me
estás pidiendo que vivamos juntos?
-Holmes
y Watson vivían juntos.
-Holmes
y Watson eran dos hombres.
-Si,
siempre he encontrado esa circunstancia muy sospechosa. ¿Qué me
dices?
-Esperame
aquí, voy a buscar mis cosas.
FIN
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