I
Marc
y Alicia estaban sentados en el sofá del salón contemplando un
álbum de recortes de periódicos. Ambos salían en la mayoría de
las fotos junto al difunto profesor Luis Cuevas, el padre de Alicia.
Todos los reportajes versaban sobre el mismo tema: El Psico-food.
Pasaban
las hojas del álbum mientras recordaban diversas anécdotas que
habían pasado en aquella época cuando sonó el timbre de la
entrada.
-Yo
abriré-dijo Marc dejando el álbum sobre la mesita.-Debe ser ese
periodista.
Cuando
abrió la puerta, Marc se encontró con un joven de rostro risueño
vestido con un elegante traje veraniego.
-¿Profesor
Salas? Soy Carlos Peña de “La Gaceta”. Espero no llegar en mal
momento.
-No,
es usted muy puntual. Pase, por favor.
Acompañó
al joven periodista hasta el salón y le presentó a su esposa.
-Es
un honor conocerla por fin doctora Cuevas.
-Gracias.
¿Puedo ofrecerle algo de beber? ¿Algún licor, un refresco, té...?
-Un
té estaría bien, muchas gracias.
El
periodista se sentó en el sofá, al lado de Marc y observó el álbum
que reposaba sobre la mesita del salón.
-Veo
que estaban ustedes repasando el pasado reciente.
-Recordando
buenos momentos, si.
Estuvieron
ojeando el álbum durante un rato hasta que Alicia hizo su aparición
llevando una bandeja con una tetera y tres tazas.
-Un
té excelente, doctora- dijo Peña después de dar un sorbo al
contenido de su taza.- ¿Les parece bien que empecemos ya?
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II
-Cuando
hablamos hace unos días, dijeron ustedes que me contarían la
verdadera historia del psico-food. ¿Es qué todo lo que nos habían
contado hasta ahora era mentira?
-Si.
Una mentira necesaria, para que el profesor Cuevas pudiera continuar
su trabajo-respondió Marc.
-¿Me
está diciendo que el psico-food es un engaño?
-¡No!
El psico-food es una realidad, como todo el mundo ha podido
comprobar. El engaño está en como lo conseguimos.
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-Todo
empezó a finales del 2121, cuando el profesor Luis Cuevas me llamó
para que le ayudara en su último proyecto. En junio de ese mismo
año, ya había colaborado con él en un intento de fabricar una
máquina del tiempo, que al final resultó fallido (1).
Tras
asegurarme de que nada tenía que ver con su anterior proyecto,
acepté. Trabajar con un científico de la talla del profesor Cuevas
siempre es estimulante. Su proyecto consistía en una puerta
dimensional, una puerta para viajar a universos paralelos.
-Fascinante-dijo
Peña. -Pero no veo la relación...
-Todo
a su tiempo-le cortó Marc. -Si me deja continuar llegaremos a eso,
paso a paso.
-Lo
siento, continúe.
-Cuando
llegué al laboratorio del profesor pude ver que el proyecto ya
estaba muy avanzado. Cuevas había conseguido abrir el portal, pero
se encontró con un problema inesperado, por eso me pidió ayuda.
El
problema era que, si bien la puerta estaba abierta, el lado opuesto
estaba en continuo movimiento, es decir, que daba paso a un universo
alternativo pero solo durante unos instantes, después cambiaba a
otro destino. El cambio se producía cada tres segundos
aproximadamente.
-Parece
complicado.¿No podría explicarlo de una forma más clara?
-Verá.
El termino “puerta” es, en este caso, muy acertado ya que el
acceso a ella era un marco de metal que recordaba mucho al marco de
una puerta. Pero comprenderá mejor el concepto si se lo imagina como
un túnel, o mejor aún, como un tubo flexible.
Usted
puede entrar por un extremo del tubo y salir por el otro, el problema
es que el extremo de salida se desplaza continuamente por el espacio.
Así que si entra por el extremo fijo, no sabe a donde saldrá.
Además, posiblemente nunca podrá regresar por el tubo ya que
después de su salida el tubo se habrá desplazado a otro lugar y
será muy difícil que vuelva a pasar justo por donde usted se
encuentra.
-¿Pero
como podían saber que el otro extremo del tubo se desplazaba?
-Porqué
podíamos ver imágenes a través del marco de los lugares donde se
detenía el otro extremo.
-¿Y
como sabían que se trataba de universos paralelos y no de otros
lugares de nuestro mundo?
-Porque
no se trataba de una puerta espacial sino dimensional. Es decir, se
abría en el mismo lugar y el mismo tiempo, solo que en un universo
que había evolucionado de forma distinta al mismo.
Y
aunque se abría en el mismo lugar en que se encontraba el
laboratorio del profesor, las imágenes que veíamos, muchas veces
mostraban cosas como una calle, un prado o el interior de una
vivienda. Si, a veces también veíamos el interior del laboratorio,
pero aún entonces habían cambios sutiles como el color de las
paredes o la distribución del mobiliario.
(1)
Ver: “Déjà vu.”
III
-Trabajamos
durante meses. Revisamos una y otra vez las fórmulas del profesor
Cuevas pero no encontramos fallo alguno. Estábamos a punto de
abandonar el proyecto cuando, en mayo de 2122, sucedió el accidente.
-¿Accidente?
-Uno
de los ratones de laboratorio del profesor escapó de su jaula sin
que nos percatásemos y durante una de las pruebas se coló a través
de la puerta. Esa fuga tuvo dos consecuencias: la primera fue que se
produjo una descarga de energía que dejo frito al pobre animalito,
la segunda fue que, inesperadamente, el lado opuesto quedó fijado.
-¿Fijado?
¿Quiere decir qué...?
-Volviendo
al símil de antes, el otro extremo del tubo se detuvo.
La
puerta mostraba un inmenso llano cubierto por una hierba corta, muy
parecida a nuestro césped. Estuvimos observando durante varios días
pero, a excepción del extenso campo de césped, no pudimos ver nada
más. Ni un animal, ni siquiera un simple insecto, si no fuera porque
una ligera brisa hacía ondular la hierba habríamos creído que
contemplábamos una imagen fija.
Finalmente,
tras una semana de contemplar el frustrante paisaje, decidimos enviar
algo a través de la puerta. La primera prueba fue con una pelota de
tenis que el profesor guardaba en un cajón. Yo mismo lancé la
pelota a través de la puerta y vimos como caía al otro lado, rodaba
brevemente sobre la hierba y, finalmente, se detenía. Durante los
dos días siguientes probamos con varios objetos de distintos tamaños
y materiales. Cristal, madera, plástico, cuero... pasaban por la
puerta sin ningún problema y acababan descansando sobre la hierba
del otro lado. Finalmente nos decidimos a probar con un ser vivo.
El
profesor conservaba aún tres ratones de laboratorio que había
adquirido cuando trabajaba en su vehículo temporal. Usó un par de
ellos para investigar los efectos del viaje en el tiempo sobre los
organismos vivos. El que se había freído en el marco era uno de
ellos, ahora nos quedaban dos.
Equipamos
a uno de los supervivientes, al que bautizamos como “Ulises”, con
un arnés al que atamos un largo cordel para poder recuperar al
animal tirando de él. Colocamos a nuestro pequeño “dimensionauta”
frente a la puerta y le dimos un empujoncito. Ulises cruzó la puerta
y empezó a corretear por la hierba del otro lado sin que, a simple
vista, le ocurriera nada malo. Tras unos minutos, se detuvo y empezó
a mordisquear uno de los tallos de hierba, pareció gustarle, ya que
tras el primer mordisco empezó a devorar con glotonería.
Tiramos
del cordel para recuperarlo y el profesor lo encerró en una jaula
separado de su compañero.
-Parece
que está en perfectas condiciones-dijo el profesor.-Pero será mejor
que hagamos que lo analicen para ver si esa hierba que ha ingerido o
la atmósfera de ese lugar le han afectado en algo.
-Me
parece que eso sería lo adecuado-respondí.-¿Donde lo llevamos?
-Conozco
un excelente biólogo, de absoluta confianza. Y seguro que nos hará
un hueco en su apretada agenda-dijo con una sonrisa.
Durante
los dos días siguientes el profesor Cuevas y yo estuvimos chequeando
la puerta, pero no encontramos ninguna anomalía. La descarga
producida por el paso del primer ratón no afectó en nada a los
circuitos. Estábamos desconcertados. ¿Cual podía ser la causa de
que el otro extremo se hubiese fijado?
Al
tercer día, por la mañana, llamaron a la puerta.
-Ve
tu a abrir, ¿quieres?-dijo el profesor que estaba muy concentrado en
uno de los circuitos.
Cuando
abrí la puerta me encontré frente a la chica más guapa que nunca
había visto. Sostenía en sus manos la jaula de Ulises. Me dedicó
una sonrisa que me dejó totalmente indefenso y a su merced.
IV
-No
seas exagerado- interrumpió Alicia.
-Es
la pura verdad. Yo no lo sabía entonces, pero se trataba de Alicia,
la hija del profesor y actualmente mi esposa.
-Tú
debes de ser Marc-dijo. -Papá me ha hablado mucho de ti.
-¿Papá?-
exclamé mientras me hacía a un lado para dejarla pasar.
-Soy
Alicia Cuevas. Ya he terminado de analizar a vuestro amiguito, está
perfectamente.
-¿Tú
eres el biólogo del que me habló papá...eeeh, quiero decir...el
profesor?
-Ya
veo, no te ha mencionado que soy su hija, papá siempre tan
despistado para estas cosas.
Puso
la jaula en mis manos y entró en el laboratorio. Abrazó y besó a
su padre y enseguida empezó a interrogarle por su salud, por si
comía bien y a sus horas... en fin, todas esas cosas que preocupan a
una buena hija.
-Bueno-dijo
finalmente poniendo los brazos en jarras.- ¿Vais a contarme en qué
clase de aventura habéis embarcado a este pobre animalito?
Pusimos
a Alicia en antecedentes y le mostramos la puerta, que seguía
mostrando el mismo paisaje de siempre.
-¿Y
que vais a hacer ahora?
-Traspasar
la puerta, naturalmente- respondí.
-¿No
será peligroso?
-Bueno,
Ulises ya hizo el viaje y, según tú, no le ha pasado nada.
-¿Y
cuando lo haréis?
-¿Por
qué no ahora mismo?-terció el profesor.
Dicho
y hecho, nos pusimos los arneses que ya teníamos preparados y puse
en manos de Alicia las fuertes correas que nos mantendrían unidos a
nuestro mundo.
-Si
ves que tenemos problemas, tira fuertemente de nosotros.
-De
acuerdo.
El
profesor insistió en cruzar el primero. Le vi traspasar la puerta y
dar unos pasos sobre la hierba, después hizo un par de profundas
aspiraciones, sonrió y me hizo señas para que me reuniera con él.
No
noté nada raro al cruzarla, simplemente di dos pasos hacia el marco
y al tercero ya estaba andando sobre el césped, que me llegaba a la
altura del tobillo.
Miré
a mi alrededor y no vi ninguna diferencia a lo que ya llevábamos
observando a través del marco desde hacía varios días. No pude ver
ningún animal, ni tan solo insectos. Ningún accidente topográfico
rompía la monótona llanura, ni siquiera pude observar algún tipo
diferente de flora, ningún árbol, ninguna flor, solo una inmensa
extensión de hierba. Daba la sensación de estar detenido en medio
de un océano verde. Lo único que rompía la monotonía era el
rectángulo a través del cual podíamos ver el interior del
laboratorio.
Hice
una seña a Alicia para demostrarle que estábamos bien.
-¿Que
piensa, profesor?-pregunté.
-No
se que pensar. Parecería que en este mundo, esta hierba es la única
forma de vida que existe.
Se
puso en cuclillas y se quedó pensativo, con la mirada perdida en el
horizonte. Entonces, hizo algo que la mayoría de nosotros hemos
hecho alguna vez cuando estamos en el campo. Creo que lo hizo de una
forma inconsciente, sin pensar. Simplemente arranco un tallo de
hierba y se la llevó a la boca.
Lo
sostuvo entre sus labios un par de segundos y, de pronto, se lo saco
de la boca de un tirón y se quedó mirándolo con cara de asombro.
-¿Pasa
algo malo profesor?
-¡Es
increíble. Esta hierba sabe a pollo frito!
-¿Como
dice?
-Pruebala.
Me
agaché y arranqué un tallo, lo observé detenidamente y lo olí
pero no percibí nada raro.
-Pruebala-insistió
el profesor.
-Odio
el pollo frito-pensé. -Ojalá supiera a otra cosa, a hot-dog por
ejemplo. Me llevé el tallo a la boca. Cuando tocó mi lengua pude
percibir el sabor de un perrito caliente con mostaza incluida.
Lo
escupí de inmediato.
-¡Joder!
¿Qué está pasando aquí?
V
-Parece
que esta hierba tiene la propiedad de adquirir el sabor de lo que
estamos pensando- dijo el profesor cuando le conté mi experiencia.
-Pero
eso es imposible.
-A
estas alturas ya deberías saber que no hay nada imposible. Hagamos
más pruebas.
Arranqué
otro tallo y lo chupé varias veces pensando en distintos tipos de
alimentos. Pude sentir sucesivamente los sabores a queso, manzana,
bistec y sopa de pescado.
-Creo
que será mejor que volvamos-dijo el profesor.-Será mejor que no
prolonguemos excesivamente nuestra exposición a esta atmósfera.
-Estoy
de acuerdo. Pero creo que deberíamos llevarnos una muestra de este
extraño césped. Su hija podría analizarlo.
-Buena
idea.
Saqué
una pala pequeña de mi mochila y extraje un cuadrado de unos 25 cms.
de lado procurando llevarme una buena porción de tierra para estar
seguro de que los tallos conservaban sus raíces.
Con
la muestra en las manos nos dirigimos a la puerta sin imaginar el
pequeño desastre que se avecinaba. Cruzamos sin problemas, pero un
segundo después, hubo otro fogonazo en el marco y el otro extremo
empezó a oscilar de nuevo.
-¿Qué
cree que ha pasado?-pregunté pasados los primeros segundos de
consternación.
-Ni
idea-respondió el profesor.-Debe ser el mismo tipo de fallo que
cuando entró el ratón y fijó la salida.
-Pues
menos mal que no nos ha freído como a él.
-Mmmm...voy
a ver si averiguo porque pasa eso.
Mientras
el profesor se sumergía en su trabajo entregué nuestra porción de
césped a Alicia y le conté la extraña característica del mismo.
Ella misma hizo la prueba con varios sabores.
-Que
curioso...Vuelvo a mi laboratorio y empezaré a analizarlo enseguida.
Dos
semanas después volvió a visitarnos.
-¿Has
averiguado algo sobre esos hierbajos?-pregunté una vez nos reunimos
con el profesor.
-Varias
cosas y todas muy interesantes.
-¿Sabes
porqué cambia de sabor según lo que estemos pensando?
-Pues
si, se a que se debe. La planta contiene un alcaloide que afecta a la
corteza somatosensorial, la parte del cerebro que regula nuestros
sentidos, el gusto entre ellos. Es una reacción increíble.
-Que
curioso. ¿Qué más has averiguado?
-Que
puede procesarse.
Metió
la mano en el interior de su bolso y sacó una tableta que me recordó
por su forma y tamaño a una barrita de cereales.
-Pruebalo-me
dijo poniéndola en mis manos.
-¿Esto
está hecho de...?
-De
esos hierbajos, si. Están desecados y ligeramente tostados, no
pierden sus propiedades en el proceso. Y además, son una buena
fuente de proteínas.
-O
sea, que además alimentan.
Le
di un mordisco a la tableta y al momento un delicioso sabor a jamón
de bellota invadió mis papilas gustativas.
-Lástima
no poder conseguir más- dije- podríamos comercializarlo.
-Podemos
conseguir más.
-¿Como?
-Con
esa muestra trajisteis unas cuantas semillas, las planté y se han
desarrollado, de hecho, crecen muy rápido.
VI
Y
así comenzó la producción de las barritas de lo que hoy se conoce
como psico-food. Dejé que el
profesor continuara solo con su trabajo, poco podía hacer yo por
ayudarle a resolver ese rompecabezas y empecé a trabajar con
Alicia en la producción de nuestros productos. Así fue como
empezamos a intimar y finalmente, contrajimos matrimonio.
Pedimos
un préstamo al banco para iniciar su comercialización. Como aval
solo tuve que darle a probar al director una de las barritas.
Actualmente, psico-food,está
presente en todo el mundo, y parece que una comida ya no es una
comida sino va acompañada de una barrita de psico-food
y nosotros seguimos siendo los únicos productores, lo que nos ha
proporcionado una fortuna considerable.
Cuando
nos preguntaron por su origen, hicimos creer a todo el mundo que se
trataba del fruto de un experimento genético de Alicia. Fue a
petición del profesor que no hicimos mención de la puerta
dimensional, ya que él quería que se mantuviera en secreto hasta
que la hubiese perfeccionado.
Trabajó
toda su vida en esa puerta, pero jamás pudo volver a fijar el otro
lado. Ahora, un año después de su muerte y habiendo entregado todo
su trabajo a la universidad, mi esposa y yo creemos que ha llegado el
momento de contar la verdad, para que todo el mundo conozca su
trabajo y se le reconozca como el genial físico que era.
Algún
día, alguien perfeccionará la puerta, pero espero que nunca puedan
encontrar el mundo de origen del psico-food,
podría ser el fin del negocio familiar.
FIN
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